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Aplicaciones prácticas de Esdras el escriba

Tiempo de lectura: 6 minutos

Traducción bíblica utilizada: Reina Valera 1960

Generalmente nos enfocamos en el estudio de la vida y las actividades de Esdras, pero también podemos extraer lecciones muy valiosas e interesantes cuando consideramos el ‘secreto’ de su vida de consagración.


El trasfondo histórico y sus enseñanzas

El nombre de Esdras solo se menciona en los libros de Esdras y Nehemías, los cuales nos relatan los sucesos posteriores al cautiverio de 70 años en Babilonia. Esdras el escriba aparece en escena en los primeros versículos de Esdras 7 con las siguientes palabras: “Pasadas estas cosas, en el reinado de Artajerjes rey de Persia, Esdras hijo de Seraías… hijo de Eleazar, hijo de Aarón, primer sacerdote, este Esdras subió de Babilonia. Era escriba diligente en la ley de Moisés” (vv. 1-6). El regreso de los cautivos de Babilonia a Jerusalén sucedió en tres etapas. Cada ocasión tuvo un carácter distintivo y un objetivo en particular:

  • En el primero, el objetivo era reconstruir el altar y el templo;

  • En el segundo, el objetivo era volver a la palabra de Dios;

  • Y en el tercero, el objetivo era reconstruir los muros y las puertas de la ciudad.

Si deseamos ser parte de un remanente fiel[1], entonces deberíamos caracterizarnos por tres cosas, las cuales se corresponden con los objetivos mencionados en las tres etapas mencionadas anteriormente.


- Primero, debemos tener un interés real en las cosas que conciernen a nuestro Señor. El altar nos habla de la importancia de la adoración cristiana y la casa de Dios nos habla de su Iglesia, la cual es preciosa a los ojos de Dios (Hechos 20:28).


- Segundo, la Palabra de Dios debe ser altamente apreciada y obedecida.


- Tercero, debemos valorar la importancia de la separación y la recepción cristiana (tipificada por los muros y las puertas de Jerusalén).


Esdras el escriba

El título 'escriba' nos es familiar gracias a los Evangelios y el libro de Hechos de los Apóstoles. Los escribas eran personas que se encargaban de la correspondencia del rey u otras personas importantes (véase, por ejemplo, 2 Samuel 8:17; 2 Crónicas 24:11), o personas que se dedicaban al estudio de la Palabra de Dios (en aquellos días, el Antiguo Testamento, especialmente la Ley). Esdras es el único personaje del Antiguo Testamento que recibe el título de 'escriba' en este segundo sentido. En el Nuevo Testamento había muchos escribas, pero ninguno de ellos tenía el carácter de Esdras. El Señor Jesús tuvo que advertirles a sus discípulos acerca de los escribas, porque estos se sentaban en la cátedra de Moisés y demostraban ser grandes maestros, pero en realidad su vida no era coherente con lo que enseñaban. El Señor Jesús dijo: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.”


Pero Esdras era diferente: él era un escriba versado en la ley de Moisés y la buena mano de Dios estaba sobre él (Esdras 7:6). Incluso se le describe como un escriba “erudito” (o ‘perfecto’ v. 12 RVA). ¿Cuál era la diferencia entre este único escriba en el Antiguo Testamento y los muchos mencionados en el Nuevo Testamento, y qué lección podemos aprender de esto?


Es relativamente fácil adquirir un buen conocimiento intelectual de la Palabra de Dios y convertirse en un "escriba" como los de la época del Señor, tan solo debemos dedicar mucho tiempo y esfuerzo. Pero no deberíamos buscar esto. Pablo lo expresó en términos inequívocos: “El conocimiento envanece” (1 Corintios 8:1). Si nos llenamos de la Palabra de Dios solamente para incrementar nuestro conocimiento intelectual, entonces finalmente nos convertiremos en escribas vanidosos, arrogantes e ignorantes. En lugar de eso, debemos procurar que la Palabra de Dios more en nuestros corazones y tenga un impacto en nuestras vidas, en tal caso seremos escribas “diligentes” y “versados”. Nuestras palabras y acciones estarán en perfecta armonía.


El 'secreto' de la vida de Esdras

El versículo clave que explica el ‘secreto’ de la vida de Esdras es Esdras 7:10: "Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos". Esdras tenía un propósito y el enfoque de su vida era enseñar la Palabra de Dios. Podemos hacer al menos cuatro aplicaciones de esto para nuestras vidas:

  1. Todo comienza con nuestros corazones. "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida" (Proverbios 4:23) "Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos" (Proverbios 23:26). Necesitamos tener determinación o propósito de corazón para buscar las cosas correctas. Podemos considerar el ejemplo de Daniel y su propósito de corazón cuando llegó a la corte del rey de Babilonia (Daniel 1:8). De manera similar, necesitamos tener un propósito, pero no debería ser una mera resolución de hacer algo (es decir, una resolución solo en nuestras mentes y que nunca será llevada a cabo debido a nuestra debilidad). En lugar de eso, debe tratarse de un propósito de corazón motivado por nuestro amor por el Señor Jesús y que es una consecuencia de haberle dado el primer lugar en nuestras vidas. Hay una estrecha relación entre la humildad y la disposición de corazón para entender la Palabra de Dios: ambas cosas son todo lo opuesto al envanecimiento y la jactancia.

  2. Inquirir la Palabra de Dios. Esto implica estudiar la Palabra con los ojos del corazón bien abiertos. La Biblia es un libro excepcional. Es el 'Libro de los libros'. Es único y profundo en todo lo que dice. Nos muestra el propósito y la voluntad de Dios. Por lo tanto, no basta con solo leerla. También debemos inquirir, estudiar y meditar en ella. Debemos leerla diariamente y hacerlo con oración, para que realmente la aprehendamos con el corazón y se convierta en parte de nosotros. Actualmente tenemos a nuestra disposición muchas herramientas para comprender la Biblia de mejor manera, pero lo más importante es que realmente ‘comamos’ las palabras de Dios para que se conviertan en el gozo y la alegría de nuestros corazones (véase Jeremías 15:16).

  3. Poner en práctica (cumplir) la palabra de Dios. Hay un dicho secular que dice: «Eres lo que comes». Este dicho es aplicable a nuestra vida física y material, pero también podemos aplicarlo a nuestra vida espiritual. Si inquirimos la Palabra de Dios y nos alimentamos de ella, entonces ella le dará forma a nuestro carácter. Este fue el punto débil de los escribas del Nuevo Testamento. La Palabra de Dios habla acerca de nuestra vida: personal, matrimonial, familiar, profesional y eclesiástica. Leer la Biblia siempre debería tener un impacto en nuestro comportamiento. Santiago es muy claro en esto: "Sed hacedores de la Palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (Santiago 1:22). Siempre que leamos la Palabra de Dios, debemos hacerlo con el deseo sincero de poner en práctica lo que hemos comprendido. Si no lo hacemos, nos engañamos a nosotros mismos.

  4. Enseñar la Palabra de Dios es una tarea importante que todos debemos considerar. Como se mencionó anteriormente, Esdras era un hábil maestro de la Ley (véase Nehemías 8). Es bueno tener el deseo de compartir la Palabra de Dios con otros. Aunque solo un pequeño número en la Iglesia puede haber recibido un don de parte del Señor para ser maestros, este no es estrictamente necesario para enseñar de una forma más general. Piensa en tu propia familia y en tus hijos. Cada padre y madre está obligado a enseñarles a sus hijos. Piensa en la escuela dominical o en los jóvenes. Piensa en tus vecinos y colegas en el trabajo. Hay muchas oportunidades para compartir la Palabra de Dios con otros. Sin embargo, no podemos compartir aquello que nosotros mismos no hemos poseído en primer lugar.

Una aplicación personal y colectiva

En Esdras 7:11 se nos dice que Esdras era un escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel. Es importante resaltar que la Palabra de Dios siempre tiene una aplicación personal, ya que Dios nos habla a cada uno de nosotros de forma particular. Sin embargo, también hay un mensaje colectivo en ella, tal y como se menciona en el Nuevo Testamento: "El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias" (Apocalipsis 2 y 3). Todo comienza con nuestra responsabilidad personal, pero no debemos desatender a lo que el Espíritu Santo tiene que decir a las iglesias. Vivimos en tiempos de debilidad y es importante recordar que, en el mejor de los casos, tan solo tenemos “poca fuerza” (Apocalipsis 3:8). Pero esto nunca debería ser una excusa para la pereza o para no escuchar lo que la Palabra de Dios tiene para decirnos.


Ernst-August Bremicker


Traducido de la revista "Truth and Testimony", año 2016, tercer trimestre.


[1] Nota del traductor: el autor está hablando del carácter que debemos tener en medio de la confusión reinante en la cristiandad (representado por Babilonia, que quiere decir confusión). Es necesario agregar que nadie, tanto personalmente como colectivamente, puede denominarse a sí mismo como 'el remanente' en contraste con otros verdaderos creyentes que quizás no tienen suficiente luz. El remanente cristiano está compuesto por todos los verdaderos creyentes, todos los nacidos de nuevo, en medio de una cristiandad profesante, es decir, donde hay sembrado trigo (verdaderos creyentes, el remanente) y cizaña (los falsos creyentes, quienes dicen serlo pero no lo son). Véase Mateo 13:24-30.

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