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Allí estoy yo en medio de ellos

Tiempo de lectura: 5 minutos

Traducción bíblica utilizada: Reina Valera 1960


"Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:20).


"¡Qué maravillosa promesa! El Vencedor del Calvario, que ahora está glorificado y sentado a la diestra de Dios, les asegura a sus discípulos, y por lo tanto también a nosotros, que él está en medio de aquellos que se congregan sencillamente en su nombre aquí en la tierra. Cada vez que nos congregamos en su nombre, podemos esperar que cumpla su promesa.


A principios del siglo 19, muchos cristianos en todo el mundo dejaron las grandes iglesias estatales al darse cuenta que el Nuevo Testamento enseña que todos los creyentes, sin excepción, constituyen un sacerdocio espiritual y pueden adorar a Dios en espíritu y en verdad. Este no es un privilegio exclusivo para solo un pequeño grupo de personas designadas (véase 1 Pedro 2:5). En aquella época, estos cristianos comenzaron a prescindir conscientemente de las organizaciones humanas y la liturgia de las reuniones. En lugar de eso, ahora confiaban en que el Señor Jesús es aquel que debía tener la preeminencia a través de la guía del Espíritu Santo. ¡Dios bendijo esto grandemente!


Hoy en día también podemos hacer lo mismo. Si confiamos en la maravillosa promesa del Señor Jesús: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mateo 18:20), entonces nuestro comportamiento individual se verá afectado, así como la forma en que se llevan a cabo las reuniones de iglesia. Es fácil profesar externamente que nos reunimos en el nombre de Jesús, pero la pregunta es: ¿Realmente confiamos en que él está presente y guía todo? ¿Permitimos que los hermanos sean usados en verdadera dependencia del Señor en lo que dicen y hacen cuando nos reunimos en torno a su Persona? ¿Esperamos conscientemente hasta que el Espíritu Santo guíe a alguien a decir algo, aunque eso implique que haya silencio durante algunos minutos? ¿Todos oran en silencio por la guía del Espíritu Santo y disfrutan conscientemente de la presencia del Señor? ¿Se ve obstaculizada la operación del Espíritu cuando la reunión está llegando a su fin?


La sabiduría terrenal es hacer lo que es natural. La sabiduría piadosa es hacer lo que el Espíritu Santo nos impulsa a hacer. (Charles Stanley)

A partir de su propia experiencia, William Trotter describió cuán maravilloso es cuando los cristianos se reúnen en el nombre de Jesús y confían en la guía del Espíritu Santo:


«¡Cuán benditos eran aquellos momentos! Podía haber entonces momentos de silencio, y los había; pero, ¿cómo eran utilizados? Para depender verdaderamente de Dios, para esperar seriamente en Él. Estos momentos no transcurrían en medio de una inquieta agitación por saber quién oraría o quién hablaría; ni tampoco en hojear las Biblias y los himnarios con el fin de encontrar algo que pareciese conveniente leer o cantar. Tampoco transcurrían con ansiosos pensamientos acerca de lo que podrían pensar de este silencio aquellos que estaban allí como meros asistentes. Dios estaba allí**.** Cada corazón estaba pendiente de Él. Y si alguien hubiera abierto la boca con el único fin de romper el silencio, esto se habría considerado como una interrupción [1]


Es relativamente fácil organizar reuniones en las que se planifiquen el horario, las participaciones y los predicadores. Por otro lado, a menudo no es tan fácil para nosotros confiar con fe en la promesa de Jesús y dejar conscientemente que él tome el control. Pero eso es exactamente lo que Dios quiere que hagamos.


Cuando Charles Stanley, un evangelista del siglo 19, participó en tales reuniones por primera vez, quedó profundamente impresionado por la presencia del Señor y la guía del Espíritu Santo. Él escribió lo siguiente al respecto:


«Ahora pasaré a describir un evento que cambió completamente el rumbo de mi vida desde ese día hasta hoy.»


«Había escuchado que W. y algunos otros cristianos se reunían el primer día de la semana para partir el pan, al igual que los discípulos en Hechos 20. Una mañana de domingo fui a ver qué significaba esto. Los encontré reunidos en un salón en Wellington Street, Sheffield. Me senté atrás de todo y naturalmente comencé a buscar dónde estaba el púlpito. Pero no había púlpito, solo una mesa cubierta con un mantel blanco y sobre ella el pan y el vino, en memorial de la muerte del Señor Jesús.»


«Luego busqué al ministro o pastor, pero no había tal persona. Todos los creyentes reunidos estaban sentados alrededor de la mesa del Señor. La presencia del Señor me impresionó mucho y pensé para mí mismo: ‘Estas personas han venido para encontrarse con el Señor mismo’. No tengo duda de que fue el Espíritu de Dios el que me habló. Es imposible describir la sensación que tuve. Por primera vez sentí que estaba en la inmediata presencia del Señor Jesús. Era la expresión perfecta de Mateo 18:20: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos".»


«Apenas pude notar lo que se hacía porque me sentía completamente abrumado por la presencia del Señor. Nadie se puede hacer una idea de esto a menos que realmente se reúna con otros cristianos en el nombre del Señor Jesús. ¡Qué contraste con todo lo que había visto antes y, sin embargo, qué sencillo! Era como volver a los comienzos del cristianismo... Me sorprendió mucho (por extraño que me parecía) ver una reunión de cristianos para partir el pan tal como lo leemos en las Escrituras. Encontré la misma libertad descrita en 1 Corintios 14:29-37 en toda su sencillez. Me impresionó mucho ver a cada creyente allí adorando al Señor, en dependencia del Espíritu Santo. Sentí que ese era mi lugar, aunque me sentía profundamente indigno de estar allí. Bien recuerdo que me surgió el siguiente pensamiento: ‘Este es mi lugar. Y estoy dispuesto incluso a ser una alfombra para que estos cristianos puedan limpiar sus zapatos’.»


«Después de algunas semanas, los hermanos anunciaron que mi deseo era obedecer al Señor tomando tomar mi lugar como redimido a su mesa: "Haced esto en memoria de mí". Poco después de esto, un día, mientras permanecíamos sentados en silenciosa adoración, experimenté algo que nunca antes había sentido: la guía del Espíritu de Dios. Surgió como un suave susurro de parte del Señor: ‘Lee 2 Corintios, capítulo 1’; y comenzaron a elevarse en mi alma pensamientos muy preciosos en relación con los versículos 3 al 5.»


«Me sentí agitado, tanto que mi rostro y mi cuerpo comenzaron a sudar. Habíamos estado sentados en silencio durante un buen tiempo. Sentí que se me ordenaba levantarme y leer, pero no tuve el valor para hacerlo. Finalmente, W., que estaba sentado al otro lado del salón, se levantó y dijo: ‘Leamos 2 Corintios, capítulo 1’, y luego compartió exactamente los mismos pensamientos que el Espíritu había puesto en mi corazón. Así fue como aprendí por primera vez lo que es la guía del Espíritu en medio de los cristianos reunidos en torno a la persona de Cristo. Esto ha sido algo que ha ocurrido con frecuencia durante todos estos años.» [2]


¿Cómo explicarías lo que significa reunirse en el nombre del Señor Jesús? ¿Qué expectativas tienes cuando te encuentras con otros cristianos? ¿Qué significa ser guiado por el Espíritu de Dios en las reuniones? ¿Cómo funciona esto?


J. P. Svetlik


Traducido del libro "Living by Faith" editado por The Bereans Publishing Ltd.


[1] W. Trotter, Cinco cartas acerca del culto y el ministerio por el Espíritu

[2] Charles Stanley, Incidents in the Gospel Work


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