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Reflexiones sobre la armonía cristiana #7 —Tener comunión de forma diferente


Si leemos Hechos 16, parece evidente que entre los primeros cristianos de Filipos había una mujer de buena condición económica (Lidia, que era vendedora de púrpura) y una muchacha esclava liberada (previamente poseída por un demonio y tratada como un acto circense por sus amos). Este tipo de brecha socio-econmómica entre los creyentes no era algo poco común. Algunos cristianos eran esclavos y algunos amos, y tanto ricos como pobres tenían comunión práctica entre ellos (1 Timoteo 6:2; Filemón 1:16).


Sin embargo, en la Iglesia, Dios espera que estas diferencias no sean importantes. La condición económica no afecta en la condición espiritual. Los creyentes pobres pueden, literalmente, gloriarse en cómo Dios los ha exaltado a una condición de igualdad con el resto, mientras se supone que los creyentes ricos se deben emocionar al no ser para nada especiales en la congregación (Santiago 1:9-10).


Pero, por otro lado, los ricos también son responsables de velar por las necesidades de sus hermanos. El apóstol Juan formuló la siguiente pregunta: "Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?" (1 Juan 3:17). Desafortunadamente, esto se practica poco. De hecho, ya en los tiempos del Nuevo Testamento, vemos ejemplos negativos, como por ejemplo, la iglesia en Corinto, Cuando los creyentes se reunían a compartir una cena de comunión, uno estaba hambriento, mientras que otro estaba ebrio (1 Corintios 11:21), lo que implica que, al menos algunos de los creyentes corintios estaban abusando de los privilegios de riqueza, sin preocuparse por los demás.

En nuestras reflexiones, podemos ver que estos principios también se deben extender a los privilegios y trasfondos de todo tipo. Durante la semana, ¿tu trabajo es de gerente de una empresa? Está bien, pero no actúes como si fueras el único en la Iglesia. ¿Eres una persona que trabaja medio tiempo con un sueldo bajo? Cuando estés con otros cristianos, tu don espiritual te dará cabida. ¿Eres reconocido en la Iglesia por tu obra espiritual de enseñanza, administración u otro rol de liderazgo? No te ensoberbezcas ni embriagues (espiritualmente hablando) por tu condición cuando otros están hambrientos.


La clave es esta: Debemos tener comunión de forma diferente. Cuando a Pedro le pareció más fácil comer solamente con las personas que eran como él, tuvo que ser corregido (Gálatas 2:12-14). Necesitamos el mismo recordatorio. Cuando estás con otros cristianos en una reunión, conferencia o almuerzo, siéntate intencionalmente con personas diferentes a ti. ¡Tenemos a Cristo en común! Dios es glorificado cuando el nombre de su Hijo es reconocido como el fundamento de nuestra comunión práctica.


No hagas esto para rellenar una casilla dentro de tu lista de logros espirituales. No lo hagas con una actitud condescendiente, muestra bondad hacia personas que sabes que son diferentes a ti (sea por el motivo que sea). Hazlo porque quieres desplegar la bella y profunda verdad de que no eres más ni menos importante que el resto.


Si has recibido una buena condición económica, o educación, o cualquier otra distinción en este mundo, no le digas a tus hermanos y hermanas: «Vengan, estemos alegres porque tenemos las mismas bendiciones», mientras que con tus actitudes dejas una sensación de desprecio hacia los pensamientos o dones espirituales del resto. Tengamos comunión de forma diferente. Tengamos comunión con verdadera intención de corazón. Tengamos comunión para la gloria de Dios.

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