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Guías prácticas acerca del ‘dar’

Tiempo de lectura: 5 minutos

Traducción bíblica utilizada: RVR1960

La Palabra de Dios nos proporciona un antídoto para no sucumbir a la tendencia de solo ahorrar para nosotros mismos. Este antídoto consiste en dar a los demás de los bienes materiales que el Señor nos ha confiado. En Hechos 20:35, el apóstol Pablo reprodujo una enseñanza muy importante que el mismo Señor Jesús le había dado: "Más bienaventurado es dar que recibir" (Hch. 20:35). Aquellos que comparten de sus bienes a otros puedan dar testimonio de que este principio siempre se cumple en la práctica: nos sentimos mucho más alegres cuando damos algo que cuando recibimos un regalo. Dios es un Dios generoso. En su amor, más allá de nuestra comprensión, dio a su amado Hijo para que muriera por nosotros en la cruz. Ciertamente, no podría habernos dado algo mejor y más grande que su propio Hijo. ¿Cómo respondemos a esto? ¿Estamos dispuestos a abrir nuestras manos y ofrecer un sacrificio material para ayudar a las personas necesitadas?


"Pidiéndonos con muchos ruegos que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos" (2 Co. 8:4). En algunas traducciones, la palabra ‘privilegio’ es traducida como ‘gracia’. Esto nos muestra que el ‘dar’ no es algo opcional, sino un privilegio y, al mismo tiempo, una responsabilidad. Dar es una expresión tangible de nuestro amor a Dios y también de nuestra comunión con los cristianos que sufren dificultades. En este versículo, la palabra ‘participar’ es la misma que a veces es traducida como ‘comunión’ en relación con el Señor. De esta forma, podemos ver el énfasis que se le hace al ‘dar’ como un privilegio, pero también como una responsabilidad.


¿Por qué damos?


Algunas de las razones son:

  • ‘Dar’ influye positivamente en el desarrollo de nuestro carácter y actitud hacia la vida. Es un antídoto contra la mezquindad, el egoísmo y el amor al dinero (véase 1 Ti. 6:10).

  • Nos hace sentir contentos y felices. En este sentido, el apóstol Pablo instruye a los ricos a estar dispuestos a dar, echando “mano de la vida eterna” (1 Ti. 6:17-19).

  • Es una inversión para el futuro y una forma de acumular tesoros en el cielo: "Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde ladrón no llega, ni polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Lc. 12:33-34).

¿A quién y para qué damos?


La Palabra de Dios nos da algunas indicaciones al respecto:

  • A nuestras familias y parientes: "Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo" (1 Ti. 5:8; véase también Mr. 7:10-13). Esta es nuestra primera esfera de responsabilidad.

  • A los pobres: Como creyentes, no debemos ignorar a las personas pobres cuando nos cruzamos con ellas: "El que da al pobre no tendrá pobreza; mas el que aparta sus ojos tendrá muchas maldiciones." (Proverbios 28:27; 22:9). El Señor dijo que siempre tendremos a los pobres con nosotros (Jn. 12:8), y así es, tanto en nuestro vecindario como en todo el mundo. También leemos en Efesios 4:28: "El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.".

  • Para la obra del Señor y sus siervos: señalamos aquí los siguientes principios:

— "El obrero es digno de su salario" (Lc, 10:7; compárese con 1 Ti. 5:17-18).

—"El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye" (Gá. 6:6).

— "¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio" (1 Co. 9:13-14).


Formas de dar


Por un lado, la Palabra de Dios nos muestra que podemos dar de forma directa. Es decir, si un creyente ve una necesidad, puede suplirla en ese mismo momento. También podemos hacer referencia a 1 Juan 3:17: "Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?". Otro ejemplo es la mujer virtuosa en Proverbios 31:20, que se describe como alguien que "alarga su mano al pobre, y extiende sus manos al menesteroso”.


Por otro lado, hay varios pasajes en el Nuevo Testamento que nos enseñan acerca de la colecta en la iglesia local. En Hebreos 13:15-16 leemos: "Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios”. Aquí los sacrificios espirituales (alabanza y adoración), los cuales presentamos a Dios colectivamente, son vinculados con los sacrificios materiales (el ’hacer bien’ y la ‘ayuda mutua’). Dios se complace en ambos tipos de sacrificio.


¿Cómo damos?


Las instrucciones en 1 Corintios 16:1-3 nos brindan algunas pistas:

  • Dar en secreto: "Cada uno de vosotros ponga aparte algo". Esto nos muestra que ‘dar’ es un asunto personal entre cada uno de nosotros y el Señor, y que no es algo que le concierna a otros. "Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto" (Mt. 6:3-4).

  • Dar metódicamente: ‘Dar’ debe ser algo planificado y no impulsado por la casualidad. «Veamos que tengo en mi billetera, si encuentro algo entonces lo daré, pero si no tengo nada, entonces no daré nada». Aquellos que suelen hacer un ‘presupuesto’ o ‘balance’ de sus ingresos y egresos, bien pueden añadir una columna denominada ‘para la obra del Señor’. Si somos ordenados y contamos con un plan establecido, entonces podremos dar de manera metódica.

  • Dar con oración: 'Dar' no es cuestión de emocionalidad ni sentimentalismo, por lo que debemos orar por ello y sujetarnos al Señor.

  • Dar regularmente: "Cada primer día de la semana". Es decir, cada domingo. Esto significa que no solo damos al Señor después de recibir nuestro salario, que generalmente llega una vez al mes, sino cada semana. El apóstol Pablo instruyó a los corintios a dar y recolectar regularmente "para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas".

  • Dar responsablemente: El Señor Jesús quiere que demos según lo que cada uno "haya prosperado". Nuestra situación financiera puede verse afectada tanto por los aumentos de salario como por el aumento del costo de la vida. Debemos tener en cuenta ambas cosas al momento de ‘dar’.

Ánimo y promesa


Con el fin de estimular a nuestros lectores en este tema tan importante, citaremos las siguientes palabras de la Biblia: "El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre" (2 Co. 9:6-7). Estas palabras no necesitan explicación. En el siguiente versículo, leemos cómo Dios responde a nuestra generosidad: "Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra".


Cuando damos de nuestros bienes también se cumplen las siguientes palabras de nuestro Señor: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mt. 6:33).

Hansruedi Graf


Traducido con permiso de la revista "Truth and Testimony", número 1 año 2021

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