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SER VICTORIOSOS EN EL MUNDO

J.N.Darby

«Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe»

(1ª Juan 5:4)

«No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él»

(1ª Juan 2:15)

La mundanalidad es un terrible peligro para el creyente. Estamos expuestos a tres peligros: el mundo, la carne y el diablo. El mundo está en oposición con el Padre, la carne está siempre contra el Espíritu, y el diablo se opone a Cristo.

 

Lo que nos coloca en dificultad es que no siempre estamos cerca del Señor. Entonces el mundo entra en la flaqueza y la acentúa. Cuando esto es así, estamos expuestos a todas las faltas posibles, porque no nos tomamos la molestia de caminar cuidadosamente cuando no estamos cerca de Cristo.

Todo lo que yo conozco del mundo, de sus métodos, de su espíritu, de sus deseos y de su comportamiento, es que ha crucificado a mi Señor. No simplemente en sus afectos o sus deseos, sino que sus malvadas manos han clavado a mi Maestro en la cruz.

Supongamos que esto sucedió ayer. Habríamos visto a Pilato, a los sacerdotes, y a los ancianos de los Judíos condenar a Jesús y llevarle a la muerte. ¿Sería un agrado para nosotros tener comunión con ellos hoy día? La mancha de la sangre de Jesús está tan fresca a los ojos de Dios como si la crucifixión hubiera acontecido ayer. El tiempo recorrido desde entonces no cambia en nada la culpabilidad relacionada con esto. La pregunta es: ¿estoy bajo la influencia y el poder del mundo, o soy vencedor del mundo? — deseo preguntarlo en mi corazón. Cuando el Señor Jesús vivía sobre la tierra con toda su belleza moral y en su gracia maravillosa que hacía las delicias de su Dios y Padre, no había en el mundo un solo pensamiento, ni sensibilidad, ni algún sentimiento compartido que pudiese acercar a los hombres hacia el. Todas las clases sociales —dirigentes, sacerdotes, los fariseos, el pueblo — tomaron parte en la crucifixión del Hijo de Dios. He aquí como el corazón de este mundo se dio a conocer.

Cuando he visto y conocido la gloria de la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios que ha venido del cielo a este mundo pero que ha sido rechazado completamente, ¿podría yo gozarme con el?

El vínculo entre los pensamientos o los sentimientos naturales y el mundo existe en cada corazón. Razón por la cual, en todo aquello que me rodea — hasta cuando camino simplemente por la calle — encuentro siempre alguna cosa que atrae a mis ojos. Y lo que el ojo ve influye al corazón. Nada puede vencer al mundo en nuestro corazón como el recuerdo y la convicción profunda de la manera en la cual ha sido tratado el Señor Jesús. ¿Deseamos que nuestros hijos se desarrollen bien en este mundo? ¿Buscamos para ellos un buen lugar en el mundo? La conciencia del lugar que Cristo ha tenido en el mundo producirá la victoria sobre el en nuestro corazón.

No existe ninguna posibilidad de caminar con Dios sin que se renuncie al mundo y que el corazón esté enteramente satisfecho de tener al Señor Jesús. El debe ser todo para nosotros. Abraham permaneció en un país extranjero en el cual el poseía solamente un pequeño pedazo de tierra. De la misma manera nosotros no somos del mundo. Y esto pone a prueba nuestros afectos. Luego de nuestra conversión. No somos quitados de golpe del mal que nos rodea y en el cual nos encontramos, sino que debemos caminar ejercitando nuestros corazones en la piedad. Cuando el amor por el Señor Jesús produce en nosotros la repugnancia por el mundo, es fácil entonces ser victorioso.

Satanás es «el dios de este siglo» (2ª Corintios 4:4) Podrías decir: esto es verdad para el mundo pagano. En efecto, es verdad para todo el mundo. Esto siempre ha sido así, y ha sido colocado plenamente a la luz con el rechazo de Cristo. Anteriormente Dios había hablado pos sus siervos y sus profetas. El mundo «a uno golpearon, a otro mataron, y a otro apedrearon» (Mateo 21:35). «Finalmente les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo»(v.37) Sin embargo lo crucificaron. Así se ha efectuado la prueba de que el hombre está bajo el poder de Satanás.

El Señor Jesús ha dicho a su Padre: «Padre justo, el mundo no te ha conocido, » (Juan 17:25). No tendremos ni discernimiento espiritual, ni fuerza para motivarnos, si nuestro corazón no se mantiene cerca de Cristo. Si Jesús habita en mi corazón, el mundo no le interesa. Si encuentro mi placer allí donde Dios encuentra sus delicias y su gozo—es decir en Cristo—puedo entonces ser victorioso. « Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1ª Corintios 10:31).

 

¿Qué? ¿Debo hacer todo para Cristo? — Vuestro corazón está alejado de Cristo, si es una carga hacerlo todo para la gloria de Dios.

No se trata en absoluto de despreciar el mundo, porque la gracia de Dios está siempre presta para todo pecador dispuesto a recibirle. Si que se trata de que el espíritu del mundo en mi corazón; es el quien debe ser vencido. Se trata de aquello que coloca a mi corazón en peligro, el peligro de ser seducido.

 

Cuando el corazón descansa en Cristo, cuando le contempla. Cuando se alimenta del El, toma y guarda conciencia de lo que es el mundo; entonces es victorioso. ¡Que el Señor nos tenga en una humilde dependencia de Él! Su gracia es suficiente para nuestras necesidades; su poder se cumple en nuestra debilidad.

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