LAS RELACIONES DE LOS JOVENES CREYENTES
(Algunas reflexiones)
Nsengue Sédar Nkoemvone
África, Enero 2004
EL EGOÍSMO DEL HOMBRE PECADOR, Y EL AMOR FRATERNAL DE LOS HIJOS DE DIOS
Isaías 53: 6 nos dice, que todos nos descarriamos, y si somos honestos delante de Dios, debemos decir que es verdad. La imaginación del hombre, al estar alejado de Dios, trabaja mucho, y siempre escoge su propio camino, el cual no es bueno. Haciendo esto, los hombres se han alejado más y más de Su Palabra, siendo «esclavos de concupiscencias y deleites diversos», pero también «aborreciéndose unos a otros» odiándose el uno al otro (Tito 3:3). En el corazón del hombre pecador, hay sólo un amor: el amor propio, el amor del yo. No hay lugar para el amor hacia los demás, para el calor del amor divino. La frialdad y la indiferencia reinan en este dominio.
No es así cuando Cristo viene a nuestra vida. Somos cercanos de Dios, y también los unos de los otros. Efesios 2:14 al 19 lo muestra; Cristo nos ha amado y se ha entregado a sí mismo por nosotros. Luego el es un ejemplo para nosotros: «Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas» (1ª Pedro 2:21) Dios nos ha dejado un modelo, Cristo mismo para que podamos seguir Sus pisadas y caminar en amor los unos con los otros como hijos de Dios. «El amor sea sin fingimiento. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros» (Romanos 12:9-10).
EL EJEMPLO DE RUT
Todo esto nos muestra que estamos unidos por la fe al mismo Salvador, y que el amor fraternal debe reinar entre los hijos de Dios. ¿Significa esto que no hay diferencia, y que los jóvenes hermanos pueden tener libre y calurosamente contactos, conversaciones a solas con jóvenes hermanas en Cristo, y que tengan libre y mutuamente ocasiones de visitas «en el amor fraternal»?
Esto no se hacía anteriormente, ni en África, ni en otros lugares del mundo. Incluso en los tiempos del Señor Jesús, el Santo y el Verdadero, sus discípulos no podían comprender y admitir esto: «vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer» (Juan 4:27).
Sólo ha sido después de un cierto tiempo, notablemente bajo la influencia de los medios modernos, que tal costumbre se han introducido, no solamente en el mundo que yace en la inmoralidad, sino poco a poco también entre los hijos de Dios. ¿Esto es bueno? ¿O es contrario a la Voluntad del Señor? ¿Es por tu bien, sí o no?
Cuando Booz hablaba con Rut, le decía: «no pases de aquí; y aquí estarás junto a mis criadas» (Rut 2:8). Habiéndose encontrado con su pariente Noemí, Rut le cuenta: «Además de esto me ha dicho: Júntate con mis criadas» Sin embargo, Booz había dicho otra cosa, que Rut parece no haber comprendido. Su suegra Noemí, sin censurarlos directamente, la corrige prontamente diciendo: «Mejor es, hija mía, que salgas con sus criadas, y que no te encuentren en otro campo» (Rut 2:21-22). ¡Qué sabiduría la de esta mujer anciana! Y qué gracia ver a Rut, obediente a esta sabiduría y experiencia de Noemí, fundada sobre su fe y su piedad. Esta sumisión piadosa desgraciadamente se ha perdido en nuestros días.
¿Entonces porque Noemí le da tal consejo? Porque cada hermano, y cada hermana tienen aún la carne en ellos, es muy riesgoso, sea en espíritu o en actos, caer en el pecado. Los discípulos debían orar diciendo: «No nos dejes caer en tentación» (Mateo 5:13). Nunca es bueno encontrarse en las ocasiones (y es aún peor buscarlas) donde uno mismo se arriesga a una caída, y donde la otra persona corre el mismo peligro (por ejemplo la hermana o la señorita que se quiere visitar). De todas maneras esto causará perjuicio al testimonio para el Señor.
Porque el mundo que te rodea, sabe muy bien como interpretar la visita de un joven a la casa de una joven — y las mejores predicaciones evangélicas no podrán hacerlos cambiar a ellos de opinión. Ellos saben que ustedes “hacen alguna cosa juntos” Si dos jóvenes caminan juntos por la ciudad o por sus alrededores, que se insinúe “que ya hay algo”; será inevitable.
RELACIONES
En la familia, es normal que el padre, la madre y sus hijos tengan un libre y franco contacto, conversaciones profundas, sobre todo en caso de padres creyentes. Una comunión libre y alentadora ayuda a los unos y los otros a desarrollarse mejor. Cabe señalar que bíblicamente, la familia o el hogar se componen del padre, de la madre y de sus hijos no casados. Es el núcleo donde Dios ha prometido las bendiciones celestiales sobre la tierra; Deuteronomio 11:21.
Esto nos muestra ya ciertos límites: no es normal que tengas un contacto tan abierto y cercano con aquellos que están fuera de este núcleo, incluso si la señorita o el joven es de la misma parentela, de la misma ciudad o del mismo barrio. Esto ya induce mucho más a los jóvenes en el error y al pecado. No puedes como joven vivir juntos libremente una o varias noches con tu "amiga del pueblo" o con tu prima sin exponerte y exponerla rápidamente a pensamientos malsanos o a actos de declarada pecaminosidad.
Hay dos lados con respecto a esto: por una parte los peligros en los que se introducen ustedes mismos y por la otra parte la impresión que dan a la gente de afuera: ellos sabrán por vuestra “convivencia” que son y que obran como todo el mundo, y que, desde luego ustedes son del mundo. Sabemos que El Señor Jesús ha dicho que no somos del mundo. (Juan 17:14, 16).
Ya en el Antiguo Testamento, vemos ejemplos de tal relación, y el fin es como siempre: los placeres emocionales seguidos de la miseria, la infelicidad, la vergüenza.
Amón, el hijo de David, había pedido que Tamar, su hermana, viniera y preparara una comida delante de él «y todos salieron de allí…asió de ella, y le dijo: Ven, hermana mía, acuéstate conmigo… Más él no la quiso oír, sino que pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella». ¿Y que pasó después? «Luego la aborreció Amón con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado» (2ª Samuel .13:1-20).
Otro ejemplo es el caso de José: la prueba sexual viene a asaltarlo, cuando «aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí» (Génesis 39:11). Esta no era su falta, porque era esclavo, sino la mala mujer supo cómo abusar desde el momento en que se encontraba sola con José en la casa. ¡Cuántos hijos de Dios han caído en el pecado (o han sido violentados), porque no hicieron lo posible para evitar estar solos con otra persona en la casa! Conocemos a muchos que han sufrido amargamente durante años. José fue librado huyendo lo más de prisa posible de la mala situación donde se encontraba.
Es normal que a partir de cierta edad, tú te sientas, como joven, atraído por el sexo contrario. Esto es natural y viene de Dios — pero las sensualidades no vienen de Él. Dios ha designado una (1) sola mujer, no jovencita, para ti, y Él te hace esperar Su tiempo para que sea para ti — después de vuestro casamiento.
Incluso si el deseo de tener una mujer es efectivamente según Dios, no es bíblico dejarse ir al libertinaje, sea en pensamientos, sea en actos. Es necesario mantenerse “con rienda” esperando a la única y sola mujer que está prevista para ti. Es necesario evitar toda ocasión donde tú puedas caer, en pensamiento o en actos. Porque el Señor ha demostrado claramente, que, incluso limitando desear a una mujer que no es (aún) la suya, se comente ya adulterio con ella (Mateo 5:28).
Otro ejemplo donde el testimonio de los hijos de Dios ha sido manchado es el de Dina, la hija de Jacob (Génesis 34), saliendo bajo el pretexto de ver a las hijas del país, se encontró tomada por un joven del mundo que estaba con ellas.
CUIDADOS PASTORALES
Entre creyentes, se necesita a menudo cuidados pastorales. Es decir, como creyente (mujer o varón) puedes estar preocupado por tu hermano o hermana que parece desalentado(a), que tiende a alejarse y a irse al mundo. Oras, llevas su caso en tu corazón, y tienes en tu corazón el deseo de ir a visitarlo(a). Sobre esto, hay que decirlo bien, que es una cuestión de sabiduría el no dejarse inducir a la tentación, por ejemplo, haciéndole como hermano joven una visita pastoral a una joven hermana en su domicilio; esto efectivamente pone en peligro de provocar la caída del uno y del otro, o de los dos, sea en los corazones, las emociones o en los actos. Si se tienen preocupaciones fundadas con respecto a una joven hermana, más vale mejor hablarle después de una reunión de la asamblea, o conversar con una hermana de más edad sobre estas preocupaciones, para que ella se encargue de la visita (la Palabra confía a las hermanas de más edad el rol de hablar a las más jóvenes: Tito 2:3,4) .Lo mismo ocurre si una hermana joven se preocupa a propósito de un hermano.
«COMPRENDO LOS PELIGROS PERO SOY LO SUFICIENTEMENTE FUERTE»
“Puedo resistir a las tentaciones”. Este es un argumento que se oye muy a menudo. Primero, podemos repetir que esto no cambia estrictamente en nada en lo que el mundo alrededor de ti piense. Conocemos a un joven hermano que vivía juntamente con una chica en la misma casa, y no dejaba de decir: “¡pero no me acuesto con ella!”. Sin embargo, la gente del pueblo no creía en sus declaraciones. Todos estaban convencidos que aquel que en otro tiempo era un testigo de Jesús, hoy en día “llegó a ser como los demás”. Y decían: “¿ves, esta gente habla bien, pero en el fondo, tienen las mismas «necesidades» que los demás?”. ¿No comprendes tú que así, perjudicas tu propio testimonio, el de tus hermanos en Cristo, y el Nombre del Señor?
¡Además, no eres tan fuerte cuando piensas en ello, convéncete bien! La Palabra nos dice: «Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien, porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden» (Romanos 7:18, 19 y 8:7).
Sansón quiso quedarse solo con Dalila (Jueces 16) en este lugar de tentación, porque estaba seguro de poder librarse cuando quisiera. Sin embargo Dios que le había librado a menudo, lo dejó en la trampa donde él mismo se había puesto, en las manos de sus enemigos. Dios no lo libró más porque había dejado de guardar desde hace tiempo los caracteres de fidelidad hacia Jehová. Sansón no huyó de la tentación y fue atrapado por el enemigo de nuestras almas. José evitó la tentación y escapó de la trampa del enemigo.
«Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión. Guarda la ley y el consejo, y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará.»
(Proverbios 3:5-7 y 21-23).