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SOBRE EL SERVICIO

Autor: P. Fusier

Traducido de «El Mensajero Evangélico». Año 1942

1. Sustancia de la vida cristiana

Escuchar y Seguir

 

El capítulo 10 del evangelio de Juan nos habla largo y tendido acerca del Buen Pastor. Habiendo sido presentado a su pueblo, Él es el único que reviste los caracteres del Pastor prometido a Israel. Es el único a quién abre el portero (Dios); Él entra por la puerta. Él viene a introducir un nuevo orden de cosas (el Cristianismo) y sólo se puede entrar por medio de Él; en ese sentido, Él es la puerta. Él llama a sus ovejas por sus nombres, y las conduce fuera, va delante de ellas y las cuida con ternura, pues Él ha puesto su vida por ellas. ¡Que precio tuvo que pagar! Además, nadie las arrebatará de su mano ni de la mano del Padre. ¡Qué preciosa es su porción…! ¡Reciben todo de mano del Pastor! Sin embargo, ellas deben manifestar dos caracteres: “Mis ovejas oyen mi voz” (v.3 y v.27) — “y me siguen ” (v.4 y 27) ¡Escuchar y seguir!

Seguir y servir


Algunas mujeres que “estaban junto a la cruz de Jesús” (Jn. 19:25) eran ovejas del Buen Pastor. Ellas habían escuchado su voz y lo habían seguido. Pero ellas habían agregado a esto otra cosa: lo servían (Mt. 27:55). ¡Qué privilegio le es concedido a todos aquellos que le siguen! Pero esto también reviste una gran responsabilidad.

Servir y esperar

 

Los Tesalonicenses habían “sido ejemplo a todos los…que han creído”. Porque eran imitadores del apóstol y del Señor (1 Ts. 1:6-7) y se habían convertido “de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (v.9-10) Ellos esperaban al Señor que tanto habían servido. Escuchar su voz, seguirle sirviéndole, servirle esperándole. Tal es la porción que se nos propone. Escuchar, seguir. Servir y esperar. ¿No es el resumen de la vida cristiana — vida que solo se puede vivir velando y orando? (Mr. 13:33). 

2. A cada uno su obra

 

Estas líneas están dirigidas a las ovejas del Buen Pastor, a todos aquellos que escuchan su voz y le siguen, regocijándose en la esperanza de su pronto retorno. Y nosotros, ¿somos también parte de aquellos que lo sirven? El Señor “como el hombre que yéndose lejos” (Mr. 13:34; ver también Mt. 25:14 y Lc. 19:12), levantado al cielo después de su resurrección, ha dejado a los suyos en la tierra por un tiempo. El tiempo de su ausencia es el tiempo del servicio, porque Él ha dado “a cada uno su obra”. También es un tiempo de espera: Él ha mandado “al portero que velase” (Mr. 13:34). Así, como bien lo habían comprendido los Tesalonicenses, y llevado a cabo, de la misma forma es para el creyente — aquel que presenta los caracteres de la oveja —, pues él debe servir y esperar. Aquel que fuera encontrado en esta actitud, cuando el Señor venga, será llamado bienaventurado. “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así” (Lc. 12:43): es en relación con el servicio cumplido. “Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando;” (Lc. 12:37): aquella es la recompensa de una espera fiel.

¡Como nos humilla el ejemplo de los Tesalonicenses! ¿Pensamos a veces —con vergüenza y confusión— en todo el tiempo que perdemos, tiempo que Dios nos ha dado para servirle y que jamás podremos recuperar? Sin embargo, nadie puede decir que no tiene algo que hacer para el Señor, puesto que Él ha dado “a cada uno su obra”. Esto implica, entonces, una gran responsabilidad.

En primer lugar, no debemos permanecer ni ociosos, ni estériles; ¡nosotros también, “levantémonos y construyamos”! — Luego, necesitamos discernir exactamente cuál es nuestra obra. A menudo tenemos la tendencia a imitar a nuestros hermanos, a desear hacer lo que hace otro. ¡Pero sin lugar a dudas que la obra de mi hermano no es la mía! ¿No puedo decir: tantos hermanos y tantos servicios diferentes? En el Cantar de los Cantares (4:12 al 5:1) la novia es comparada a un jardín. ¡Cuántas variedades de flores y perfumes hay en un jardín! ¿Hay dos de ellas que sean semejantes? Todas están allí, cada una en su lugar, para la satisfacción y el gozo del Amado. A veces también existe un peligro opuesto, criticamos a nuestros hermanos y los denigramos, perdiendo de vista que el servicio de cada miembro del Cuerpo es útil, precioso en su lugar. Todos son (personalmente) responsables sobre esto, “porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo”. Así, pues, “¿por qué juzgas a tu hermano? ... ¿por qué menosprecias a tu hermano? De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Ro. 14:10-13). Sobre todo, no olvidemos que somos “siervos inútiles”, solo podemos agregar: “lo que debíamos hacer, hicimos” porque nuestro servicio no es otra cosa que lo que debemos al Señor. Sin embargo, ¿quién osaría decir que ha hecho todo lo que le ha sido demandado (cf. Lc. 17:10)? De igual manera, aquel que dijere tal cosa, también sería un “siervo inútil”.

3. Preparación para el servicio

 

Para discernir nuestra obra es indispensable conocer el pensamiento del Señor. Esto solo lo podemos hacer viviendo en comunión con Él. Esta vida de comunión con el Señor siempre debe preceder al servicio. Hay un tiempo de preparación en la vida de todo siervo de Dios: tenemos ejemplos con Moisés, con el apóstol Pablo y muchos más. Parece que no puede haber un servicio útil sin esta preparación — aunque nada quita los privilegios de Dios, quien puede sacar bien de todo lo que se hace. Pero también, hay en la vida misma del siervo una preparación espiritual necesaria antes del cumplimiento de todo servicio particular. Ciertamente no tenemos que esperar manifestaciones visibles para mostrar lo que conviene hacer, pero las direcciones divinas no nos faltarán si caminamos con Señor. El Espíritu Santo pondrá en nuestros corazones las diversas tareas que desea vernos cumplir y mostrará de que manera deberemos cumplirlo. Es necesaria también que la acción de la Palabra sea ejercida con el fin de que seamos guardados de colocar nuestra propia voluntad como una dirección del Espíritu. Así, seremos “llenos del conocimiento de su voluntad para andar como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra” (Col. 1:9-10).


Comenzar por la comunión con el Señor. “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Sal. 25:14). El conocimiento de su pensamiento le será dado a aquel que anda en su temor, viviendo en humildad y gozando de Su comunión. Pero será dada en la medida que sea necesaria para responder a las necesidades reales del alma y del corazón y útil para el servicio. A veces, el olvido de esta verdad turba a creyentes que viven cerca del Señor y gustarían hacer (en conocimiento) los progresos que otros hacen porque tienen otro servicio que cumplir, necesitando un conocimiento más grande. Si Dios encuentra bueno revelarnos Su pensamiento, de aclararnos sobre tal o cual porción de su Palabra, jamás será para la satisfacción de nuestra curiosidad o con el motivo expreso de aumentar nuestro saber, sino siempre en vistas de su utilidad. Para responder a las necesidades colocadas delante de ellos, muchos han notado que el Señor precisamente les ha ocupado, poco antes, de la porción de su Palabra que es necesaria, e igualmente, a veces, con ese motivo, ha abierto sus ojos sobre tal o cual lado de la verdad, la cual le permanecía cerrada hasta ese momento. ¿Y si, en tantas circunstancias, el siervo no hace lo que conviene, no es porque, por su lado, ha faltado una preparación para ese servicio en particular? Se ha realizado poco la comunión con el Señor, también no ha tenido el discernimiento espiritual necesario. ¡Experiencia hecha para nuestra propia vergüenza! Hemos olvidado que Marcos 13:33 (“velad y orad ”) precede a Marcos 13:34 (el servicio).
 

Aprender con el Señor 

En el monte el Señor llamó “a los que Él quiso”; y vinieron “a Él” (Mr. 3:13). Eran aquellos a quienes Él deseaba confiar un servicio: predicar, sanar las enfermedades, echar fuera los demonios. Es Él quien les llama, es a Él a quien deben ir, y, antes de comenzar su trabajo, es necesario que estén “con Él”.

Es tan importante que no se nos dice: “establezcan doce para servir”, sino “que estuviesen con Él”. Es bueno que haya un tiempo para la preparación del servicio. Hay un tiempo para aprender, un tiempo para servir, y primero es necesario aprender para luego servir. ¿Dónde aprender si no es “con Él”? Es la única verdadera escuela del siervo. Enseguida, el Señor da los nombres de aquellos que Él envía (Mr. 3:16-19). De esta manera, Él muestra que los conocía perfectamente (pues el nombre caracteriza a la persona) y que Él se interesa particularmente de cada uno de sus siervos. Pero es también la señal de su autoridad sobre ellos. De igual modo, Adán, cabeza de la primera creación, “le puso nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo” (Gn. 2:20), porque él dominaba sobre ellos (1:26). Él no le dio un nombre a su mujer mientras dominaba junto con ella, sino solamente después de que Dios hubo dicho: “tu deseo será vuelto hacia tu marido, y él se enseñoreará de ti.” (Gn. 1:26; 3:16-20 versión francesa J. N. Darby). Entonces, cumplir el servicio conforme al tiempo de preparación “con Él”, no será hacer aquello que puede parecernos bueno y útil (que en realidad, se trata de nuestra propia voluntad) sino lo que el Maestro habrá mandado. Somos puestos bajo Su autoridad y conviene servirle en la obediencia más completa. “Porque a Cristo el Señor (1) servís (2)” (Col. 3:24). Palabra dirigida a un esclavo, con el fin de mostrarle no hay que servir a un mero “maestro según la carne”, sino que al Señor; palabra que también se dirige a cada uno de nosotros y a todo lo que tengamos que hacer (“todo lo que hagáis”). El servicio es tomado en su sentido más extenso, este compromete la vida entera. 


En la medida que permanezcamos “con Él”, seremos capaces de servir útilmente y fielmente, porque allí estaremos despojados de nosotros mismos y enriquecidos en el conocimiento de lo que Él es y de su voluntad.

Parecía que Marta cumplía un servicio necesario y precioso para el corazón del Señor, y, sin duda, Él apreciaba lo que ella hacía. Pero “se preocupaba con muchos quehaceres” ella estaba “afanada” y “turbada con muchas cosas”. ¡Ella no había estado “con Él” antes de servir! La actividad desplegada y prodigada con el mejor fin había tomado el lugar del Único que convenía tener delante de ella, Muy diferente era el servicio de María (en otra circunstancia); era un precioso servicio de adoración. Maria de Betania había estado “con Él” en el momento cuando Marta, su hermana, no pensaba sino en el servicio. Ella había comenzado por allí. Por lo tanto, ella estaba lista para cumplir lo que es conveniente cuando llegó el momento adecuado. Habiendo estado ocupada de Él, cuando se trata de servir, no ve nada más que Él, y sólo piensa en Él. ¡Secreto de un servicio útil y fiel! Y sus palabras no pueden expresar todo lo que deseara decir, por lo tanto ella quiebra el vaso… ¿Ese vaso de alabastro no estaba lleno, en figura, de la Persona adorable que ella había aprendido a conocer, a sus pies, en la intimidad y la comunión “con Él”? También, el resultado de su servicio es este: la persona de Jesús es magnificada y exaltada. ¡Tal es y debería ser el resultado de todo servicio para el Señor! Toda la gloria es para Él, la casa está llena del olor del perfume, excelencia de Aquel cuyo nombre es “ungüento derramado” (Cnt. 1:3) “¡Porque de Él, y por Él, y para Él, son todas las cosas! ¡A Él sea la gloria por los siglos!” (Ro. 11:36).

(1) La nota dice en nuestra Biblia (Francés J.N.D): El Señor, El Maestro.
(2) La nota, en nuestras Biblia, (Francés J.N.D) dice: servir, ser esclavo; de igual modo en Romanos 12:11; Filipenses 2:22; 1 Tesalonicenses 1:9.

 

4. Lo que está a nuestro alcance. Crecer en la dependencia.


El servicio de Maria no es algo que esté más allá de lo que pueda cumplir cualquier redimido. En el evangelio del servicio (Marcos), el Señor mismo dice de ella: “Esta ha hecho lo que podía” (14:8). Él no nos pide más de lo que está en nuestro poder, a nuestro alcance.

 

Existe un profundo gozo en el cumplimiento del servicio. ¿Se trata tan solo de la satisfacción de haber hecho su deber? Es mucho más que eso. El servicio tiene algo particularmente precioso y es lo que nos conduce a experimentar nuestra propia debilidad, nuestra incapacidad para cumplir una tarea colocada delante nuestro. De modo que somos conducidos a mirar sin cesar a Aquel del cual recibimos toda ayuda. El servicio hace que nos lancemos más sobre Cristo. Nos hace esperar en Él, contar solo con Él, vivir cerca de Él. ¡Y mientras lo llevamos a cabo, se despliega un gozo y una bendición de lo más grandiosas!

¡Si la porción del siervo es preciosa antes del servicio y también durante su cumplimento, como será cuando el trabajo está terminado! Pues es necesario el ir aún más cerca de Él: “Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado”. Cerca de Él para oír esta palabra voz tan llena de gracia y de sabiduría también: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco” (Mr. 6:30-31).

5. La hora de rendir cuentas. La recompensa.  

 

Dentro de poco llegará “la noche…cuando nadie puede trabajar. (Jn. 9:4). El Señor pedirá cuenta a cada uno de la obra que le dejó (Lc. 19:15). En esta parábola vemos especialmente el lado de la responsabilidad del siervo (cada uno recibió una mina) como también en Marcos 13:34. ¡Qué felicidad para aquel que sirvió fielmente! Puede que haya hecho poco, pero oirá la aprobación del Maestro: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; — entra en el gozo de tu Señor” (Mt. 25:21-23). Gozo para Su corazón, con el cual Él desea, por pura gracia, asociar a su siervo. ¡Bienaventurada porción!  ¡“Con Él” por la eternidad, una porción ya conocida (en cierta medida) aquí abajo!

¡Qué todos podamos ser de los que sirven, cada uno en su lugar, porque somos dejados en la tierra para servir, porque “la mies es mucha”, pero por aun por muchas otras razones, pero sobre todo porque servirle es estar “con Él ”! 

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