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CARACTERÍSTICAS Y CUALIDADES DE LOS SIERVOS

(Extracto reuniones de Paris - 1ª Timoteo 3:8-13)

“El Mensajero Evangélico” año 1966.

 

Aquí tenemos los caracteres que deben revestir a los obispos (sobreveedores) y los diáconos (cargos importantes en la Asamblea), y que no se deben llevar a cabo a la ligera; porque es necesario que el servicio sea dado por Dios y que todas las cualidades aquí indicadas existan en los siervos y diáconos a fin de que el servicio se cumpla según el pensamiento del Señor y para el bien de los suyos.

No podemos pretender hacer lo mismo que hicieron los discípulos en Hechos 6, porque el poder se ha ido, pero aún así, el principio queda. La acción llevada a cabo en Hechos 6 nos muestra que los diáconos, de manera no oficial, sino moral, han de recibir la aprobación de los hermanos, e igualmente de toda la asamblea.

Es necesario que la casa de Dios esté en orden. En el mundo, los hombres se frenan recíprocamente; ellos tienen autoridades establecidas, una jerarquía que mantiene el orden.  No podemos creer que  la  Asamblea sea un lugar de abandono, un lugar donde reina la libertad de la carne. La libertad que debe existir es la libertad del Espíritu, porque "donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad".

 
Está es la libertad que tenemos: no cumplir la voluntad y los pensamientos de la carne; porque el Espíritu nos da el poder para mortificar la carne y caminar en novedad de vida (Romanos 8). Todos en la Asamblea deben permanecer en la dependencia del Espíritu Santo; en particular los diáconos. Entonces todo está en orden en la Asamblea. Los diáconos se ocupan de los asuntos materiales, de la caridad, de la repartición de las colectas, de todo lo tocante al servicio de la Asamblea, y es evidente que tales cosas son de interés para la gloria del Señor, porque ellas no deben ser dejadas a la iniciativa de nadie, sino que deben ser hechas para el Señor y para su gloria, concordando así con el ejercicio de los dones y el cargo de sobreveedor (obispo), para la bendición espiritual de todos. Si hay un desorden en la administración de la Asamblea, entonces la bendición espiritual sufre. Aquí no se trata de colocarse bajo una ley de mandamientos, y el siervo menos que nadie, se trata mas bien de estar por fe en la presencia de Dios. Dios no faltara, pues Él es fiel. Todo lo que se hace en la Asamblea debe estar marcado de los caracteres celestiales de seriedad, paz, felicidad, gozo y amor. Si se espera en el Señor, Él se encargara de calificar, de colocar a cada uno en el lugar que Él lo desea, de dar su aprobación y también de sancionar, en los espíritus y corazones, el lugar que Él les ha asignado a cada uno, sea este el de sobreveedor, el diácono, etc. No tenemos que buscar una aprobación oficial en la Asamblea , sino más bien una aprobación moral que es el resultado de la acción del Espíritu Santo en los corazones. La imposición de manos es solamente una señal de aprobación exterior, de comunión, y no confiere ningún don ni ninguna gracia.

Los ancianos y los ministros, así como los diáconos, a veces pueden instados a introducirse en los secretos personales; es necesario que ellos lleven todo ante Dios, o sino son no están calificados. Esto demanda de grandes cualidades morales: deben ser irreprensibles, sobrios, no ávidos de ganancias deshonestas, guardando con conciencia pura el misterio de la fe, es decir, la doctrina y las verdades cristianas puestas en la luz por la muerte y la resurrección de Cristo. Estas funciones exigen una vida delante de Dios, un reflejo de la persona de Cristo que hacen de un anciano o de un servidor, hasta sin decir nada en la Asamblea, un buen testimonio y una bendición para los santos en la Asamblea. En el templo de Jehová todo proclama: ¡Gloria! (Salmo 29:9); con mayor razón el reflejo de la gloria de Dios debería ser visible, evidente y sorprendenteen la Asamblea de Dios. Es lo que deberíamos buscar realizar por el poder del Espíritu. En Hechos 6:3 lo que se requiere de los diáconos es que tengan un buen testimonio y que sean llenos del Espíritu Santo. El buen testimonio es lo que el apóstol requiere del siervo en la expresión del verso 10 de 1 Timoteo 3: el «el obispo sea irreprensible» Los hermanos y hermanas aprecian lo que ven, los secretos de los corazones son el asunto de Dios. La Asamblea es responsable de lo que se ve, de lo que se oye, y de mantener el orden exterior y visible en medio de ella. No es posible que, bajo pretexto de que somos débiles o faltos, el reino del abandono se instaure en la Asamblea.

En el verso 11 el asunto es sobre las mujeres. Se trata especialmente de las esposas de los ancianos y obispos, pero los caracteres mencionados se aplican a todas. Ellas deben ser serias, no calumniadoras, sino sobrias, fieles en todas las cosas, los ancianos y obispos pueden instados, como se ha dicho más arriba, a penetrarse en ciertos secretos, por lo tanto, es necesario saber sepultar en su corazón muchas cosas y conversarlas solamente con Dios. Si se toma en cuenta todo lo que se oye, de todo lo que se sabe,  estaríamos ante un estado continuo y perpetuo de problemas. Antes de arrojar cualquier cosa en público, es necesario que el hermano que lo hace esté en relación con Dios y esté bien seguro que actuar así es la voluntad de Dios.

Para las mujeres es lo mismo. La Palabra no descuida nada; en el capítulo 2 se nos dice como debe ser la vestimenta exterior de las hermanas; aquí se nos presenta un estado interior más profundo. El aspecto exterior debe estar en armonía con el estado interior. El aspecto exterior debe ser el resultado del estado interior. Todos deben desear este estado interior; aquel que, sin ser anciano ni obispo, o aquella que, no siendo la esposa de un anciano o de un obispo, dice: «Esto no me concierne», mostraría con esto su poco apego al Señor y revelaría que su corazón no desea seguirlo de cerca. Además este mal estado influenciaría sobre toda la Asamblea. Algunos dicen que cada individuo es responsable, y no la Asamblea. Tal pensamiento es un error, y es el mismo camino que llevó al pueblo de Israel al estado en que se encontró en el tiempo de los Jueces, donde cada uno hacia lo que bien le parecía a sus ojos. La Palabra nos dice: la Asamblea es manchada cuando esta tolera el mal (1 Corintios). El día en que se admita el principio de que solo cuenta la responsabilidad individual, entonces esta ya no sería más la Asamblea de Dios. Y los hermanos que el Señor guarda en los principios de la Palabra estarían obligados a separarse sin vacilar de esto. No se dice que solamente los ancianos y obispos deben ser maridos de una sola mujer, eso es lo que se requiere de todos lo hermanos, lo sabemos en todas partes. Esto se señala aquí para resaltar la importancia del  orden en el servicio, el cual no puede ir a la par con el desorden en los hogares. El orden familiar, el cual es un asunto visto dos veces en este capítulo, reviste una importancia considerable en presencia de la tendencia actual de olvidar en la familia las verdades de Dios, pues Él no lo olvida. Esta tendencia, cuyo origen es muy antiguo, no es más que independencia. En la familia la autoridad le ha sido dada al hombre, él es el jefe del hogar, y todos los razonamientos y las teorías humanas no cambian en nada  lo que la Palabra de Dios dice.

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