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Dios va a las mujeres




En las Escrituras, ¿has notado que siempre los hombres son quienes suben a los montes a comunicarse con Dios? Poco leemos de mujeres yendo a los montes, y sabemos porqué ¿verdad? Pues debido a que las mujeres estaban muy ocupadas siguiendo con sus vidas, ellas no podían abandonar a sus bebés, las comidas, sus hogares, sus jardines y mil otras responsabilidades, para ir a los montes.


Yo me quejaba sobre esto con una amiga el otro día, diciendo que, incluso como una mujer moderna, sentía que nunca era "libre" de estas responsabilidades, nunca en la posición adecuada, o en un lugar lo suficientemente santo para tener el tipo de comunión que quería con Dios. La respuesta de mi amiga me dejó sin aliento: «Es por eso que es Dios quien va hacia las mujeres. Los hombres tienen que subir a los montes para encontrarse con Dios, pero Dios viene a las mujeres, dondequiera que ellas estén».


He estado reflexionando en sus palabras por un par de semanas, y he buscado en las Escrituras para ver si lo que me decía era cierto. Y, efectivamente, es Dios quien va hacia las mujeres, donde ellas estén, cuando están haciendo lo habitual, su trabajo cotidiano. Él se reúne con ellas en los pozos de donde sacan agua para sus familias, en sus hogares, en sus cocinas, en sus jardines. El viene a ellas cuando están sentadas junto a las camas de los enfermos, cuando acaban de dar a luz, cuando cuidan de los ancianos, y cuando están de duelo por un ser querido.


Incluso las mujeres que llegaron a la tumba vacía, quienes fueron las primeras testigos de la resurrección de Cristo, estaban allí solamente porque estaban haciendo la tarea femenina de preparar apropiadamente el cuerpo de Cristo para su entierro. En este acto, que a primera vista puede verse como mundano y ordinario, ellas se encontraron cara a cara con la divinidad.


Así que, como yo, si alguna vez comienzas a lamentar el hecho de que no tienes el tiempo suficiente para ir a los montes como te gustaría para estar a solas con Dios, recuerda, Dios viene a las mujeres. Él sabe donde estamos y las dificultades que pasamos. Él nos ve, y si abrimos nuestros ojos y nuestros corazones, lo veremos a Él, incluso en los lugares más comunes y en las labores más cotidianas.

Autora desconocida

Traducido con permiso de https://juengerschaft.org/en/

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