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Firmemente arraigados y sobreedificados en Cristo (III)

Foto del escritor: Ricardo VasconceloRicardo Vasconcelo


StartFragmentEn el último post hicimos referencia a las estrategias utilizadas por el Enemigo para engañar a través de palabras que suenan espirituales y bien intencionadas, pero cuyo fondo es veneno mortal. Un veneno que está inserto en 3 tipos de males que Pablo le describe a los Colosenses: Filosofías, ritualismos y misticismos. ¡El Señor nos guarde de esto! Espero que este pequeño escrito pueda alertarnos ante los embates flagrantes del Adversario. Filosofías y vanas sutilezas Esta es la segunda advertencia del apóstol, pero la primera de una serie de tres enseñanzas ante la que los colosenses (y nosotros) debemos estar en guardia. Esta está basada en el racionalismo o el esfuerzo de parte de los hombres en explicar todas las cosas (incluyendo los misterios divinos) por medio del razonamiento humano, dejando de lado la revelación divina. El peligro de la filosofía está implícito en la advertencia: "miren que nadie los lleve cautivos por medio de filosofías". Este tipo de enseñanzas tienen la capacidad satánica de encarcelar, cautivar y cazar como simples presas (JND) a quienes le dan lugar en sus vidas. La filosofía es el amor a la sabiduría humana; y es una herramienta por la cual el hombre busca escudriñar y explicar todas las cosas que pasan debajo del sol—pero sin Dios. Es por eso que finalmente es una vana sutileza. En aquellos tiempos la filosofía era algo que estaba impreso en la cultura de la época. Los griegos habían llevado la filosofía al punto más alto con sus famosas escuelas; incluso Pablo, cuando llegó a Atenas (cuna de la filosofía griega), se dirigió a los atenienses teniendo en cuenta que ellos estaban inmersos en esa forma de vida. Y, justamente, cuando Él les predicó de la resurrección de los muertos, ellos consideraron que estaba hablando locuras (Hechos 17:32), pues no encajaba con sus estándares racionalistas. Pero, el creyente del siglo XXI, el joven cristiano se preguntará: ¿en qué me puede afectar la filosofía? ¡es algo ajeno a mí! A lo cual respondo: ¡Oh, mis queridos amigos cristianos! ¡No se dejen persuadir! ¡El peligro es tan real como en aquel entonces! E incluso más pernicioso y letal. ¡Qué el Señor nos ayude a estar aferrados y sobreedificados en Él! Quizás la filosofía humana hoy en día la vemos como algo lejano, algo que se enseña en ciertas aulas en donde las personas amantes del saber acuden para incrementar su intelecto. Y, en parte, tienen razón, pero debemos abrir los ojos, ¡estamos en guerra! ¡siempre lo estamos! (Efesios 6) y no es una lucha contra carne ni sangre, sino contra "principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra espíritus de maldad en los lugares celestiales" (Ef. 6:12). Nuestra lucha es espiritual, y es contra huestes espirituales de maldad. Debemos vestirnos de "toda la armadura de Dios" y hacer frente a esta batalla. También debemos destruir "los argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios", llevando "cautivo todo pensamiento a la obediencia de Cristo" (2 Co. 10:5) ¡Oh, esta batalla también se libra en nuestras mentes! El enemigo busca introducir argumentos y toda altivez, los cuales se levantan contra el conocimiento de Dios. En Colosenses 2, el apóstol enfrenta este engaño de la filosofía con tres condenaciones distintas: él dice que esta es (1) "conforme a la tradición de hombres", (2) conforme a los principios elementales del mundo y (3) no conforme a Cristo. Esto nos enseña que (a) las filosofías no proceden de la fe, y, por lo tanto, tienen como raíz el pecado (Ro. 14:23); (b) son del mundo, mientras que el cristiano no es de este mundo (Jn. 17:14,16) y (c) al no ser según Cristo, y, como siendo el argumento principal, debemos desechar todo aquello que no tiene como centro la persona del Señor Jesucristo, para esto, el apóstol se explayara en términos prácticos en el capítulo 3, donde dice: "Busquen las cosas de arriba donde Cristo está sentado a la diestra de Dios" (v. 1b). Ahora bien, el cristiano del siglo XXI se seguirá preguntando: ¿en qué me afecta esto a mí? Bueno, mencionaré de forma simple algunas filosofías que, lejos de estar apartadas de nosotros, están mucho más cerca de lo que podemos imaginar. El secularismo «El secularismo...quiere decir que toda la realidad, toda la vida, todos los valores y toda actividad debe ser definida, entendida y juzgada por este tiempo presente» R. C. Sproul El secularismo tiene por objetivo el establecer que la vida misma, con sus decisiones, pensamientos, anhelos y deseos (etc.) debe estar regulado por la experiencia y los hechos y no por las creencias religiosas. Como postura filosófica, este busca excluir todo pensamiento de Dios en las incidencias de la vida. Que la vida (partiendo por las instituciones externas a la vida privada) debe estar regulada por todo aquello que es externo a la fe. Esta filosofía se ha adentrado en las mismas entrañas del cristianismo y sus seguidores. No es raro escuchar frases tales como: «lo que haga con mi vida privada es asunto mío»; «la vida me ha enseñado que "inserte aquí frase cliché para validar comportamientos no bíblicos"»; «¿qué hay de malo en hacer tal o cual cosa?». Queridos lectores, meditemos en esto, ¿cuánto de estas filosofías realmente nos han llevado cautivos? La fe, Cristo, su obra y su vida de resurrección no pueden separarse de la vida misma que yo poseo y en la cual me desempeño día a día. Cristo se dio por completo en la cruz del Calvario para ganar almas para Dios, ¡nosotros debemos darnos por completo a Él! Si Él se dio por mí, ¡oh, darle todo de lo mío, pues Él es el Señor! Sin embargo, y debido a estas filosofías que se han inmiscuido en nuestra vida, separamos nuestra vida entre aquello que es cristiano y lo que es secular. ¡Vanas sutilezas! Nuestra vida es Cristo (Col. 3:4) y la Palabra nos enseña a llevarlo a Él en cada aspecto de nuestra vida (Col. 4; Ef. 5; Ro. 12; 1 P. 3). ¡No existe tal cosa como la vida de Iglesia separa de la vida profesional/familiar/individual! Ante esto, utilicemos las 3 cosas que mencionamos más arriba que el apóstol señala con respecto a estas enseñanzas: (a) es algo totalmente humano, no es de fe; (b) es del mundo, no procede de Dios y (c) no son según Cristo. Ante esto consideremos el antídoto que el apóstol aplicó al comienzo de la epístola y que, al leer le epístola de forma espiritual y lineal, habrá surtido efecto cuando lleguemos al capítulo 2. Él dice: "Él (Cristo) es el principio, el primogénito de entre los muertos para que en todo Él sea preeminente" (1:18) ¡Él debe tener toda la preeminencia en nosotros! ¡No podemos dividir a un Cristo preeminente y dejarle solo ciertos aspectos de nuestra vida! Lo que hacemos, lo que decimos, lo que vemos, lo que escuchamos, todo debe estar sujeto a la preeminencia de Cristo, ¡pues no existe tal cosa como el secularismo cristiano! El hedonismo «Como cosmovisión, el hedonismo se preocupa de maximizar el placer y minimizar el dolor» R. C. Sproul El hedonismo es aquella doctrina filosófica que expresa que el bien del hombre es la búsqueda del placer inmediato y que gratifica el ser. El predicador de Eclsiastés buscó el significado de la vida en el hedonismo (Ec. 3:19-22; 7:16-17; 8:15; 9:6,9-10). Sin embargo, todas estas malas conclusiones son corregidas al final del libro, donde el predicador concluye lo siguiente: "La conclusión de todo el discurso oído es esta: Teme a Dios y guarda sus mandamientos, pues esto es el todo del hombre" (Ec. 12:13). ¿Qué tipo de manifestaciones tiene esta filosofía en la vida cristiana actual? Lo más escandaloso y claro con respecto a esto es la «(mal llamada) teología de la prosperidad», el cual enseña que Dios te quiere bendecir con todo tipo de bienes terrenales, que Él quiere darte el placer para el hoy». ¡Qué aberrante! ¡Dios no nos dio a su Hijo simplemente para encausar el propósito de Dios en aquello que es material! ¡Él se hizo pobre para enriquecernos espiritualmente! Ahora bien, nuevamente, muchos quizás pueden verse lejanos a este tipo de enseñanzas. Sin embargo, frases como «hay que disfrutar la vida, mañana quizás ya no estemos (cf. 1 Co. 15:32b)»; «lo que me haga feliz, esa es la voluntad de Dios» (cuando, en realidad, cual sea la voluntad de Dios, eso me hará feliz); «nadie tiene derecho a decirme qué hacer, lo que me haga sentir bien conmigo mismo, eso está bien»; etc. Si analizamos nuestros pensamientos, acciones y deseos y nos preguntamos: ¿realmente esta filosofía ha penetrado en mi vida? Como creyentes, el fin de nuestra vida no es agradarnos a nosotros mismos, sino agradar a Aquel que nos tomó por soldados (cf. 2 Ti. 2:4). Este hedonismo es un mal muy pernicioso y ampliamente difundido, en particular, en las nuevas generaciones. Aquellos denominados generacionalmente (por el mundo) como millenials y Generación Z son altamente hedonistas, y muchos de sus pensamientos están basados en el placer individual y no en la búsqueda del bien fuera de uno mismo. Por ejemplo, estas generaciones, a diferencia de las anteriores, le dan mayor importancia a las experiencias sensoriales que estimulan el placer y las vivencias. Estas generaciones prefieren invertir su dinero en viajes, en conocer el mundo y vivir la vida y el hoy. De hecho, el 50% de los turistas a nivel mundial está compuesto por millenials. Además, se ha transformado en la generación más viajera de la historia.


Si bien este escrito no busca demonizar el turismo, sino que quiere señalar cuales debiesen ser las motivaciones del cristiano, considerando que la Palabra de Dios nos enseña claramente que Jesús murió en una cruz, fue sepultado, pero que Dios lo resucitó de entre los muertos y lo constituyó Señor y Cristo. Todo esto debe tener un impacto grande en nuestras vidas, debemos aferrarnos a Aquel que se dio a sí mismo por nosotros y que es nuestra vida. Además, el es SEÑOR, lo cual quiere decir que Él es Señor del universo, pero también de mi vida, el tiene todo derecho sobre mí, y en esta esfera un pensamiento hedonista se contradice con su señorío sobre mí. No es mi placer el que debo buscar, sino su ejemplo, quien dijo: "El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado". ¡Oh, queridos amigos cristianos, qué podamos buscar hacer la voluntad de Aquel que nos rescató, solo aquello nos traerá un verdadero gozo, un gozo eterno.

Cuidados antiguos y actuales Como hemos visto, estas filosofías (con la masificación de los medios de comunicación, el internet y las redes sociales) han penetrado todo círculo posible, incluso los hogares cristianos y las mentes jóvenes, debemos tener cuidado y meditar en las advertencias que nos da la Palabra de Dios. Pablo continúa escribiendo: "Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad; y ustedes están completos en Él" (v. 9). Cristo es todo suficiente, no necesitamos otras revelaciones. Tengamos cuidado con los consejos que encontramos en este mundo; mucho cuidado con los consejos que los hombres de este mundo nos pueden dar, pues pueden parecer muy bellos y verdaderos, pero cargados de filosofías que no son según Cristo. ¡En Él habita corporalmente TODA la plenitud de la Deidad! Dios se reveló plenamente en Él, y además, ya estamos completos en Él: debemos vivir en virtud de lo que ya somos—¡completos en Cristo!


No olvidemos el antídoto de Pablo en el capítulo 1: ¡Cristo! Su preeminencia sobre todas las cosas es el antídoto a cualquier pensamiento que se basa en adquirir algo fuera de Dios. En esos tiempos, los engaños de Satanás estaban enfocados en que los creyentes buscaran fuera de Cristo el conocimiento. Pero Dios deja claro que no hay nada fuera de Cristo, Él es la plenitud de la Deidad. No se puede conocer a Dios fuera de Él. En el siguiente post continuaremos hablando de este tema, insistiendo cuán importante es el estar firmemente arraigados y sobreedificados en Cristo. EndFragment

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