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Foto del escritorRicardo Vasconcelo

Adornar la doctrina



¡Qué importante es poseer una sana doctrina! Nadie puede oponerse a esto. Es correcto y justo que aprendamos, retengamos y prediquemos una doctrina sana y conforme a la Palabra de Dios. ¿Cuál es la doctrina de Dios nuestro Salvador? El evangelio. Este nos dice que Dios es bueno y ha abierto el camino para perdonar y reconciliarnos consigo mismo. Es el ministerio que se nos ha encomendado, del cual somos embajadores (2 Co. 5:18-20). Además de esta gran revelación, también debemos poseer una sana doctrina en lo que respecta a la iglesia, la resurrección, la venida del Señor, etc... Y, si por la gracia del Señor hemos sido puestos en contacto con ellas, podemos regocijarnos en Dios, nuestras almas pueden engrandecer al Señor y regocijarse en Dios nuestro Salvador, porque ha mirado nuestra bajeza (Lc. 1:48) y, aún así, nos ha revelado estas verdades. Sin embargo, la Palabra también nos enseña que debemos adornar el evangelio. ¿Qué? ¿Adornar el evangelio? ¿Necesita el evangelio algo más? ¡Jamás! Entonces, ¿qué quiere decir la Palabra con "adornar la doctrina"? Leamos la porción que nos habla de esto: "Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones; no defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador" (Tito 2:9-10)


El contexto

El contexto nos dice que esta exhortación está dirigida a los siervos (esclavos). En aquel tiempo la esclavitud era algo común y, con el cristianismo en plena expansión, no era difícil encontrar esclavos que se convertían al cristianismo, e incluso amos (ver Filemón; 1 Ti. 6:1-2). Por lo tanto, el apóstol exhorta a los nuevos conversos que estaban en esclavitud, a "que no sean respondones", que no defrauden, sino que se muestren fieles en todo. Al hacer así, ellos iban a estar adornando la doctrina. ¿De qué manera? Pues el Evangelio traía (y trae aún) liberación de la esclavitud de la ley y del pecado. De manera que un cristiano era (y es) alguien que ya no buscaba sus propios derechos, pues estos habían sido clavados en la cruz de Cristo (cf. Gá. 2:20). ¡Así que un cristiano en esclavitud debía servir a su amo de una mejor manera de cómo lo hacía antes de convertirse! Así la doctrina de su salvación iba a ser adornada por su comportamiento. Debía manifestar, por el poder del Espíritu, obediencia ("que se sujeten a sus amos"), mansedumbre ("que no sean respondones"), honestidad ("no defraudando") y fidelidad ("mostrándose fieles en todo"). Algo similar leemos en 1 Timoteo 6:1-2 pero con un tono negativo: "Todos los que están bajo el yugo de esclavitud, tengan a sus amos por dignos de todo honor, para que no sea blasfemado el nombre de Dios y la doctrina". ¡Si los esclavos cristianos no adornaban la doctrina, entonces podían llegar a generar que el nombre de Dios y su doctrina fuesen blasfemados! ¡Qué solemne! ¡Qué responsabilidad! Ahora bien, debemos aplicar este pasaje a nosotros mismos. Debemos entender que, ya no existiendo esclavitud en nuestros países, ¡el texto bíblico no queda obsoleto! ¡La Palabra de Dios permanece para siempre! Así que, debemos aplicar esta exhortación a nuestras propias vidas. Debemos preguntarnos: ¿estoy adornado la doctrina? Y si no, ¿estoy generando que sea blasfemado el nombre de Dios?


«Yo sería cristiano de no ser por los cristianos»

Mahatma Gandhi dijo una vez: «Yo sería cristiano de no ser por los cristianos». ¡Qué triste pensar que esa ni siquiera es una excusa! No existe tal cosa como «hacerse cristiano», uno nace de nuevo por obra del Espíritu Santo y por la Palabra, no por adoptar ciertos dogmas, credos y mandamientos. Cuando este hombre tenga que hacer frente al Gran Trono Blanco, su excusa de «yo sería cristiano de no ser por...» no valdrá para evitar que su destino sea el infierno. A pesar de lo dicho, meditemos en la implicación de esta frase. ¿Por qué Gandhi dijo esto? Bueno, el estaba muy interesado en las enseñanzas de Jesús en los Evangelios. Le llamaba la atención grandemente la Persona de Jesucristo, su humildad, su llamamiento, su verdad, y cómo esto podía afectar grandemente a la sociedad india que era asolada por las castas y las diferencias sociales y raciales. Teniendo esto en consideración, decidió un día Domingo visitar una congregación cristiana, lugar al que llegó y se llevó una gran sorpresa: fue rechazado por su tez y condición social, y se le sugirió que fuera a una iglesia donde fuese aceptado. Esto terminó de sepultar sus intenciones de ser cristiano, y desde esa vereda pronunció la famosa frase que cité más arriba. Lo cierto es que esos (difíciles de llamar) cristianos, no adornaron la doctrina que predicaban. De hecho, es de dudar si ellos predicaban la sana doctrina. Sin embargo, la lección es importante. ¿Habrá alguien que podría decir lo mismo de mí? ¿Existirá algún familiar, amigo, compañero de trabajo, capaz de decir: si no fuera por X yo sería cristiano? ¿Qué testimonio estamos dando? Somos responsables de adornar la doctrina, hacerla atractiva, no por medio de arreglos mundanos, eso sería predicar otro evangelio, si no por medio de vivir aquello que predicamos. El evangelio es amor, ¿nos amamos unos a otros? El evangelio es paz, ¿guardamos la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz? El evangelio es justicia, ¿juzgamos justamente o tenemos prejuicios hacia las personas e incluso contra nuestros hermanos? Dejemos que estas preguntas examinen nuestros corazones. Dejemos que la expresión "adornen la doctrina" nos desafíe a ver si nuestros caminos se condicen con el "camino más excelente".


No sirve de nada si tenemos la doctrina más sana y nuestro comportamiento no es conforme a ella

Podemos tener la doctrina más elevada y celestial, pero si nuestro comportamiento es tosco, falto de amor y sin gracia, sin amor por nuestros hermanos y por los pecadores, entonces lograremos el efecto contrario. Proverbios 15:2 dice: "La lengua de los sabios adornará la sabiduría; mas la boca de los necios hablará sandeces". Meditemos en este versículo junto con Efesios 4:29: "Ninguna palabra obscena salga de su boca sino la que sea buena para edificación, según sea necesaria, para que imparta gracia a los que oyen (RVA-2015)". ¡Las palabras tienen mucha implicación en nuestro "adornar la doctrina"! ¡Cuántas palabras amargas, ácidas y pre juiciosas han derrumbado a creyentes e incluso a asambleas enteras! "Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada". ¡Ay, Señor nuestro, libranos de esto! ¡Que nuestra lengua sea lengua de sabios, la cual es medicina! (Pr. 12:18) Procuremos adornar la doctrina que predicamos y no generar que el nombre de Dios y su doctrina sean blasfemados.EndFragment


¿Por qué adornar la doctrina?


Continuando la lectura en Tito 2, leemos:


"Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo,quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras" (vv. 11-14).


La palabra "porque" vincula lo que se viene diciendo con esta porción. Indica el motivo por el cual debemos adornar la doctrina. ¡Qué importante que consideremos la importancia de la doctrina! Además de ser el motivo, también es el objetivo por el cual hacerlo. "La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres". La gracia de Dios se ha manifestado para nuestra salvación, antes eramos hijos de ira, ¡pero ahora hemos sido hechos hijos de Dios! ¡Qué sublime gracia! ¡Alabado sea Aquel que vino para ganarnos esta salvación! ¿No nos sentiremos constreñidos a vivir a la luz de esta gracia asombrosa? ¡El nos salvó! ¿No buscaremos que otros también vengan a conocer esta oferta gratuita de salvación hecha a todos los hombres? ¿Seremos un estorbo para que nuestros semejantes conozcan la gracia de nuestro Señor? ¿No queremos que nuestras palabras solo sean palabras de gracia? ¡Qué todos sepan quien es mi Redentor, qué todos quieran la salvación que yo he alcanzado por divina gracia! Además, esta salvación es "para todos los hombres" y, por nuestro comportamiento, podemos llegar a ser un estorbo para que alguien oiga el evangelio y crea en el Señor Jesucristo como su Salvador, como vimos en el caso de Gandhi.


Salvados y enseñados por la gracia


La gracia además de salvarnos, también nos enseña: "enseñándonos que". Esto me recuerda un himno que dice:


La gracia enseñó,

mis pies a caminar

En justas sendas de mi Dios,

al celestial hogar.


¡Oh, salvos por gracia y enseñados por la gracia! ¡Qué importante! ¡Cuántos han comenzado con la gracia y han continuado por las obras! La gracia de nuestro Dios es suficiente para salvarnos pero también para encaminarnos en la senda de Su voluntad. ¿Qué nos enseña? Nos enseña a vivir en este mundo de forma sobria, justa y piadosa, renunciado a la impiedad. Para adornar la doctrina debemos vivir de forma sobria. ¿Qué significa esto? ¿Qué significa "sobriedad en primer lugar? En el texto la palabra sobriedad tiene que ver con poseer una mente sana, una mente equilibrada, prudente. Debemos vivir con nuestra mente limpia de aquellas cosas que causan desequilibrio, sin embargo, ¡hoy en día nos llenamos de estas cosas en la TV, internet, peliculas, series, juegos, etc... Dar rienda suelta a complacer nuestra carne con estas cosas generará que no seamos sobrios, que no seamos equilibrados en nuestra forma de pensar. Debemos vivir de forma justa. Esto tiene que ver con lo exterior, nuestras obras deben condecir con nuestra condición de santos. Debemos vivir de forma piadosa. La palabra piedad es la palabra que el Nuevo Testamento utiliza para la expresión "temor de Dios" en el Antiguo Testamento. Esto no indica un miedo o terror, sino más bien una reverencia y respeto a Él, queriendo hacer lo que le agrada y no defraudarlo. Es como el sentimiento que un hijo tiene a su padre, le tiene respeto, no miedo; tiene temor a defraudarlo porque lo ama, no porque le tenga miedo. De manera que, debemos adornar la doctrina viviendo de esta manera: con sobriedad, justicia práctica y piedad.


El texto continúa, diciendo: "Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras"


¡Oh, Cristo vendrá y nos redimirá de este cuerpo de muerte! ¡Oh, la pena, el cerrazón y las porfías darán paso a la gloria venidera! ¡Qué esperanza tenemos delante nuestro! Sin embargo, esta esperanza debe generar un efecto práctico en nuestras vidas, como dice Juan: "todo aquel que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo". Cuando tenemos ante nosotros el pronto retorno del Señor Jesús, el inminente regreso suyo a buscar a la Iglesia, entonces estaremos velando y nuestros caminos serán más conformados a los suyos. Seremos "purificados" como Él es puro. Así que, estando conscientes en todo momento del pronto retorno del Señor, adornaremos la doctrina, pues viviremos más en conformidad con nuestro llamamiento celestial; más apegados al cielo y más despegados de la tierra; adoptaremos más los caracteres de Jesucristo, quien no tuvo donde recostar Su cabeza mientras anduvo en este mundo.


Además, junto con la esperanza bienaventurada del arrebatamiento de la Iglesia, también debemos esperar la manifestación gloriosa del Señor. ¡Si aguardamos que Él sea glorificado donde fue rechazado, que la justicia reine donde el pecado ha reinado, entonces nuestros caminos estarán buscando el reino de Dios y justicia perfecta.


Por último, se nos recuerda que el Señor Jesucristo se dio a sí mismo para redimirnos de toda iniquidad y purificarnos para sí mismo, haciendo de nosotros un pueblo celoso de buenas obras. ¡Oh! ¡Cuánta gracia la de nuestro Señor! ¡Se dio a sí mismo por mí! ¿No buscaremos caminar de tal manera de agradarlo? ¡Él se dio a sí mismo para redimirnos de toda iniquidad! ¿Nos gozaremos en la iniquidad? ¿Un cristiano se complacerá viendo películas, series, ficción en dónde se exalta el hedonismo, la lascivia, la matanza, el asesinato, el hurto, etc...? ¡Él murió para librarnos de eso! ¡Murió para librarnos! ¡La ira de un Dios santo cayó sobre Él para redimirnos de toda iniquidad! ¿Osaremos complacernos en los pecados por los que Él murió? ¡Oh, alma mía, confía en el Señor! Se dio a sí mismo para purificarnos, para hacernos semejantes a Él, para que realicemos buenas obras. Esclavos o amos, empleados o jefes, hombres o mujeres, jóvenes o ancianos, quien sea el que lea esto, debemos adornar la doctrina de Dios nuestro Salvador, debemos glorificar a Aquel que nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre

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