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Cristianismo y política (Parte 4)

Han pasado algunos días después de mi último post. Pretendo continuar, con la ayuda del Señor, este tema que quedó inconcluso, echando un vistazo a lo que dicen las epístolas y por último el Apocalipsis acerca de este tema tan importante.

Ya hemos echo mención de cuán engañoso es el buscar representación política para defender "la verdad". En realidad, esto en sí mismo es una paradoja, alguna vez C. H. Spurgeon dijo: «La Palabra de Dios es como un león. Tú no tienes porque defender a un león. Todo lo que tienes que hacer es desatarlo y el león se defenderá solo». Ahora mismo leía acerca de Daniel el profeta, particularmente el relato en el cual es echado al foso de los leones. Lo interesante de ese capítulo es que no vemos a Daniel hablar en ningún momento, excepto hasta después de su liberación, y lo hizo para exaltar la grandeza de Dios. Daniel no trató de convertir a las élites políticas de aquel tiempo, menos a quienes estaban bajo su mando (120 sátrapas), quienes a su momento le tendieron la trampa que lo condujo a la guarida de los leones. De hecho, no lo vemos quejarse, ni recriminar, ¡menos tratar de cambiar el edicto real! Sin lugar a dudas que él sabía cuan impío era este edicto, cuán perverso su origen, sin embargo, permaneció en silencio y prosiguió firmemente en su decisión de servir al Dios viviente. Por un lado, el no se amedrentó, por el otro, dejó todo en manos del Dios Altísimo.

Hermanos amados, prosigamos siguiendo a Jesús solamente, el mundo sin duda alguna que empeorará, eso lo sabemos por la misma palabra. No desviemos nuestra vista del único objetivo al que debemos mirar: Cristo. Tampoco erremos en nuestra obra. No somos llamados a «convertir al mundo al cristianismo». Somos llamados a predicar el evangelio a las personas, para que estas crean en el el Señor Jesús para salvación y estas renuncien "a la impiedad y a los deseos mundanos" y así vivamos apartados del mundo, "sobria, justa y piadosamente" y formásemos a sí "un pueblo propio" del Señor" (Tito 2:11-15).

Meditemos un poco en la enseñanza del apóstol Pablo acerca de este tema.

La política en las epístolas

Romanos.

La epístola del apóstol Pablo a los Romanos está dividida en tres grandes secciones, la primera trata del evangelio y como "la justicia de Dios" se revela por fe y para fe en él (1:17). Esta sección va desde los capítulos 1 al 8, y forma parte de la sección doctrinal de la epístola. Luego, de los capítulos 9 al 11 vemos lo que llamaríamos un «paréntesis» al carácter individual y "gentil" de la primera parte, y nos da luz acerca de los tratos dispensacionales de Dios con respecto a las promesas dadas al pueblo terrenal de Dios (Israel), realzando la «doctrina de la gracia». Luego, la tercera y última parte (que va desde el capítulo 12 hasta el final de la epístola) retorna al aspecto individual pero ahora ya no desde una perspectiva doctrinal, sino práctica. Es decir, como expresar en nuestra vida cotidiana las bendiciones que el apóstol tan excelentemente ha desplegado en las primeras dos partes de la epístola.

Es en esta última sección, la que tiene un carácter práctico, en donde encontramos enseñanzas acerca de nuestro tema. Miremos más detenidamente esto.

Primero veamos la forma con la cual el apóstol abre esta parte de la epístola: "Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (12:1-2).

El apóstol Pablo realiza un ruego, un ruego impulsado por las maravillas con las cuales cierra las dos porciones anteriores de la epístola, por un lado: ¿quién nos separará del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro? (8:39), por el otro: Que de Él, por Él, y para Él, son todas las cosas (11:36). En vista de tan maravillosas verdades este ruego es necesario: ¡Entreguen sus cuerpos por completo a Él!

Entregar nuestros cuerpos a Él tiene dos efectos: que Él gobierne nuestras acciones, deseos y corazones, y, que discernamos la voluntad de Dios. Esta última no es algo abstracto, sino algo revelado por la Palabra, por lo cual, debemos buscar moldear nuestras vidas a ella.

Por otro lado nos exhorta a no conformarnos a este siglo (mundo), y acá es donde obtenemos la primera enseñanza con respecto a nuestro tema, a saber, el cristianismo y la política. ¿Qué significa ser conformados al mundo? La palabra conformados la encontramos dos veces en el original en el Nuevo Testamento, aquí y en 1 Pedro 1:14, ambas haciendo referencia a dar la misma figura o apariencia, ya sea del mundo o de los deseos que antes teníamos en nuestra impiedad. Y tiene directa relación con aquello que es pasajero y cambiante. Está en contraste con la palabra utilizada (en el original) en Romanos 8:29: "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos CONFORMES a la imagen de su Hijo", y en Filipenses 3:10: "A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a SER SEMEJANTE a él en su muerte". Esto nos marca un contraste impresionante, la primera expresión tiene que ver con las cosas de esta tierra, y, por lo tanto, pasajeras, y la segunda con las cosas celestiales y eternas. Conformarnos al mundo es pasajero, transitorio, pero no por eso desagradable a los ojos de Dios. Ser conformados a Él es para el cielo y es eterno.

Por lo cual, debemos juzgar nuestras acciones entre lo que es eterno y lo que es pasajero. ¿Acaso no hay nada que ejemplifique más el ser conformados al mundo que buscar la ayuda política de este? Ya hemos hablado largamente sobre como la política está estrechamente relacionada con el mundo y sus poderes, por lo cual, participar, involucrarse, o tener pensamientos con respecto a la política, es, sin lugar a dudas, una forma de ser conformados al mundo. ¡Muchísimo mejor que estemos preocupados de nuestro ser CONFORMES a la imagen de su Hijo y a nuestro SER SEMEJANTES a el en su muerte! Pueda el lector meditar en estas cosas.

En el capítulo 13 obtenemos las lecciones morales que se desprenden de nuestro presentar los cuerpos en sacrificio vivo". Allí encontramos la siguiente exhortación: "Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridades sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido po Dios resiste, y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos" (v. 1-2).

La sola lectura de estos versículos debería bastar para que toda alma que ama al Señor Jesús no busque entrometerse en las políticas de este mundo. ¡Nos podríamos encontrar luchando contra Dios! Este es «mi candidato», ¿y si el de Dios es el otro? ¿Si su propósito es contrario al nuestro? Es por eso que dejamos esto a la voluntad de Dios y no nos entrometemos. El pone y saca a quien quiere para cumplir sus propósitos, ¿acaso no pone él al más bajo de los hombres si ese es Su deseo?

Someternos no significa tomar sus ideales y pensamientos, no significa estar de acuerdo con las leyes amorales que la autoridad pueda promulgar. Someternos significa acatar sus juicios, y, si nos encontramos por nuestra convicción yendo contra la autoridad, soportar el dolor y persecución que significará, ¡pero nunca queriendo cambiar los pensamientos e ideales del mundo! En nuestros países occidentales todavía podemos reunirnos libremente, ¿pero si nuestros gobiernos lo prohibieran? "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch. 5:29), nos seguiremos reuniendo, aunque sea en lo secreto, pero acataremos sus juicios en nuestra contra si estos vinieran sobre nosotros. Así como lo hicieron los cristianos desde Esteban hasta el mártir más desconocido (pero bien conocido para Dios) de este mundo.

No nos levantemos en contra de lo que Dios estableció, ¡nuestras promesas no son de esta tierra, nuestras bendiciones tampoco! Vivamos celestialmente y entonces nos someteremos a la autoridad porque entenderemos que lo que en este mundo sucede es, en primer lugar, porque Dios lo permite, y, en segundo lugar, porque el que gobierna este mundo es el príncipe de este mundo y el dios de este siglo, y nosotros nada tenemos en él.

1 Pedro.

"Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. Por causa del Señor someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por Él enviados para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien. Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios" (2:11-16)

Primero que todo, es necesario mencionar que Pedro y los receptores de esta carta no vivieron bajo gobiernos «democráticos» ni menos «cristianos», muy probablemente Nerón, emperador de Roma, era quien gobernaba en aquellos días, un rey que de cristiano no tenía nada (todo lo contrario), inmoral, perverso y persecutor de cristianos.

A la luz de este contexto podemos volver a leer lo que Pedro dice en su epístola.

"Amados", parte diciendo, "yo os ruego como a extranjeros y peregrinos". Primero hace referencia al amor de Dios por su Hijo Jesucristo, el cual nos es imputado por la gracia de Dios, para luego «rogarnos» (si, así como Pablo) que batallemos según nuestra posición. Y la batalla aquí mencionada no es el campo del mundo y sus políticas (lo cual haría cualquier ministro cristiano de hoy en día ante la barbaridad de emperador que gobernaba en esos días), el campo es nuestra propia alma. Y es que nuestra alma es un baluarte importante para el Señor, quien gobierne ese campo de batalla (ya sea el Señor o el mundo) podrá asegurar victoria en los otros campos de batalla. En toda guerra existen territorios que son considerados baluartes para la estrategia militar. Ganar ese territorio en muchos casos significaba ganar una guerra, pues era importantísimo para el avance de las tropas y suministros y asegurar la victoria sobre otros campos de batalla. Esto es lo que sucede acá. Si el Señor gobierna nuestro corazón, entonces la victoria está prácticamente asegurada en el resto de la guerra. Pero, ¿cómo podremos batallar contra los deseos carnales si el mundo nos influencia más que la Palabra? ¿Cómo podremos ganar ese territorio para Cristo si nos dejamos gobernar por opiniones acerca de la actualidad política, social y económica que reina a nuestro alrededor? ¡Ay, si todos entendiéramos más cuán importante es ganar esta batalla! Y para ganar esta batalla es necesario que estemos seguros de nuestra posición como extranjeros y peregrinos, primero, como viniendo de un país lejano (el cielo mismo) y segundo como transeúntes en esta árida tierra, sin apego a las cosas que esta tiene para ofrecernos. ¡No tenemos lucha aquí! Somos extranjeros y peregrinos.

¿Cómo se expresa esta victoria? "Manteniendo buena vuestra manera de vivir" ¡Allí la clave! Preocupémonos de la forma en la cual nos conducimos, esa es la estrategia ideada por nuestro Capitán. No dice: «Preocupémonos de la forma en la cual el mundo se conduce», ¡no! El mundo seguirá siendo perverso hasta el fin, nos corresponde a nosotros manifestar la vida de Cristo en nuestra vida y dejar al mundo que sea lo que es: todo tinieblas.

¿Por qué debemos someternos a cada institución humana? "Por causa del Señor". El es quien gobierna nuestra vida (el es SEÑOR), y Él nos dice que nos sometamos a las autoridades. Y ojo, Pedro menciona esto cuando aquel que reinaba era aquel que lo iba a llevar al martirio, ¿por qué? Porque se sometió a la autoridad, y someterse a la autoridad es someterse AL SEÑOR. ¿Hay en nosotros un afán de criticar y ser desdeñosos con la autoridad? Esas autoridades están puestas para que manifestemos públicamente al mundo que nos sometemos a uno superior, Aquel que puso en cada cargo a quienes están en eminencia. Evitemos ese espíritu de criticismo político y enfoquemosnos en nuestra conducta, pues, el apóstol dice: "esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagáis callar la ignorancia de los hombres insensatos. ¡Ah! Esa es la voluntad de Dios, no es algo abstracto, es algo claro, conciso y preciso, ¡HACER BIEN! Significa vivir a Cristo, pues Él se complacía en "hacer bien" (cf. Lc. 6:9). Aprendamos más de Él, aquel manso y humilde de corazón.

Pensaba avanzar hacia lo que nos menciona el Libro de Apocalipsis, pero me extendí en demasía, por lo cual lo dejaré para un nuevo post.

Pueda el Señor edificarnos en Su verdad y podamos batallar la batalla que se libra en nuestra alma, desechando toda inmundicia. Los invito a leer el resto de la epístola, pues el capítulo 3 aún nos entrega más luces sobre este asunto.

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