En nuestra segunda parte abarcamos cierta parte del Antiguo Testamento que nos habla del nacimiento de la política y sus usos. Debemos recordar siempre que como cristianos debemos probar todas, si, TODAS las cosas por la Palabra, inclusive un tema como éste.
Ya vimos como nació la política y la desaprobación de Dios a ella tanto en Babel como en la historia de Lot.
Con respecto a la narrativa bíblica algunos podrán afirmar todo lo contrario haciendo referencia a la aprobación de Dios al reinado de David. Pero esto sólo hace afirmar el pensamiento hasta ahora expresado.
Antes que David ascendiese al trono hubo otro rey: Saúl, meditemos algunos momentos acerca de él.
Saúl, la elección del hombre y el desprecio hacia Dios
"Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel. Y el nombre de su hijo primogénito fue Joel, y el nombre del segundo, Abías; y eran jueces en Beerseba. Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho. Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Ramá para ver a Samuel, y le dijeron: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no andan en tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones. Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, dejándome a mí y sirviendo a dioses ajenos, así hacen también contigo...Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijo: No, sino que habrá rey sobre nosotros; y nosotros seremos también como todas las naciones, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras." (1 Samuel 8:1-8, 19-20)
¡Qué elocuente es la Palabra de Dios! Hasta aquel entonces Él había guiado a su pueblo, e independientemente de la infidelidad de ellos, Él les mandó continuamente jueces para que los juzgase y para librarlos de las manos de sus enemigos. Pero llegado el momento ellos desecharon ser gobernados directamente por el Brazo divino y prefirieron el brazo de carne. ¿No es esta la esencia de la política? El hombre gobernándose a sí mismo y apartando a Dios de sus decisiones y propósitos. Si, sabemos que Él es soberano y permite que esto sea así, pero esto no quita que el corazón del hombre queda expuesto ante tales circunstancias. Es decir, Dios es soberano y permitió todo lo que sucedió desde Edén hasta la cruz, lo cual no signfica que Él apruebe las malas obras del hombre y sus perversas decisiones. Alguien ha dicho que si el hombre, con conocimiento de causa, fuese puesto nuevamente en Edén, él volvería actuar de la misma forma aún se repitiese el experimento una infinidad de veces. Así, las elecciones del hombre siempre tienden a apartarse de Dios y dejarlo fuera de su gobierno.
Consideremos algunas de las expresiones aquí citadas: "Danos un res que nos juzgue" ¿no había Dios cumplido este propósito enviando jueces aún en los tiempos más oscuros de la historia de Israel (ver Libro de Jueces). "Como tienen las naciones", ¡Ay! que vano artilugio de Satanás y cuán necio es el hombre para caer en él, «queremos ser como los hombres del mundo, si ellos eligen sus gobernantes, ¿por que no nosotros?» ¡Ay! Cuánto de esto vemos en nuestros días también. Hermanos, atendamos a la enseñanza de la Palabra: "No os adaptéis a este mundo" (Romanos 12:2 LBLA). ¡Qué los hombres elijan a sus gobernantes! Nosotros no debemos querer ser como ellos, ¡porqué no somos como ellos! Somos celestiales y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios (Col. 3:1-3). ¿Para que Israel quería ser como las naciones? ¿No los había apartado Dios para sí para que no fuesen como los otros pueblos? "Porque eres pueblo santo a Jehová tu Dios, y Jehová te ha escogido para que le seas un pueblo ÚNICO de entretodos los pueblos que están sobre la tierra" (Deuteronomio 14:2). Para nosotros la verdad es ésta: "Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable" (1 Pedro 2:9), nación santa, es decir, apartada para Dios, ¿para qué? "para que anuniés las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable", y si debemos anunciar las excelencias de Aquel que es sólo luz, ¿cómo lo haremos entrando en el reino de las tinieblas? Imposible, pues "¿que comunión [tiene] la luz con las tinieblas? (2 Corintios 6:14).
Dios les dio un rey conforme al corazón de ellos, corazón carnal y de continuo al mal. Les dio un rey de hermosa apariencia, pues eso es lo que querían, un varón que sobrepasaba en estatura a todos los del pueblo. Eso es lo que el hombre busca, lo exterior, más Dios mira el corazón.
"Nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras". ¿No los había gobernado Dios? ¿No había salido Él delante de ellos? ¿No había batallado sus guerras? ¡Cuánta vanidad! Agregar más sería redundar en lo mismo, dejemos que las solemnes letras de la Sagrada Escritura calen por sí solas las profundidades de nuestros corazones. Sólo recordemos: El hombre siempre escogerá el mal, nunca el bien. ¿Cuánto más en una elección política? El hombre no sabe lo que es para su bien, solo Dios lo sabe.
El tema es muy extenso y a lo largo de toda la Escritura encontramos referencias a ello, pero pasemos ahora al Nuevo Testamento.
Hemos visto que Dios reinó sobre su pueblo bajo el sistema de la teocracia, es decir, Él los gobernaba directamente. Luego, a pedido del pueblo, el gobierno se convirtió en una monarquía la cual fracasó inmediatamente bajo las manos de Saúl. Sabemos que Dios luego puso al hombre conforme a su corazón, David, pero esta monarquía también fracasó en las manos de su glorioso hijo Salomón: El reino se dividió en dos y más tarde Israel fue asolado y esparcido entre las naciones, en cambio, Judá (el reino del sur) fue llevado cautivo a Babilonia. Es allí donde el gobierno sobre la tierra Dios lo transmite a las naciones, partiendo por Babilonia, siguiendo con Media y Persia, continuando con Grecia y culminando con Roma (hasta nuestros días). Pero, en nuestros días, ya nos vemos ni teocracia, ni monarquía hoy lo que vemos en el mundo en general es la democracia, es decir, «el pueblo manda»
Para muchos este sistema es el mejor de todos, pues evita las injusticias sociales. Pero, ¿no fue este mismo principio el que cometió la mayor injusticia de la historia? ¿Acaso el «poder del pueblo» siempre va en orden con los principios de Dios? ¡Claro que no! Y queda abiertamente demostrado por las grandes atrocidades morales que vemos en nuestros días.
Pero detengámonos ahora sobre La Gran Injusticia.
La Gran Injusticia
"Entonces Pilato, oyendo esto, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar llamado el Enlosado, y en hebreo Gabata. Era la preparación de la pascua, y como la hora sexta. Entonces dijo a los judíos: ¡He aquí vuestro Rey! Pero ellos gritaron: ¡Fuera, fuera, crucifícale! Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: No tenemos más rey que César" (Juan 19:13-15)
Bastan estos versículos para englobar todo el asunto. El hombre tuvo la oportunidad de elegir a un rey santo y perfecto, tuvo la oportunidad de escoger un gobierno de paz e incorruptible, ¡todo lo que hoy busca! ¿Que eligió? A un ladrón (Barrabás) y un rey impío (César), moralmente eligieron a un ladrón, políticamente a un rey corrupto. ¿Qué hicieron con el Perfecto? "Le crucificaron" (v. 18). Allí se decidió todo el asunto de la política, es infructuoso el día de hoy buscar líderes no corruptos, morales y éticos, pues la única elección valedera fue tomada en "El Enlosado", ¿quién la tomó? El pueblo. Así, el principio de que «el pueblo elije» está corrompido desde su misma concepción, pues ese mismo principio crucificó al Rey de Gloria.
¿Como continúa esta elección? El mundo sigue rechazando a Cristo. Pero Él pronto volverá y juzgará con vara de hierro las naciones. ¡Oh que día será aquel!
Jesús, aún rechazado del mundo pecador,
por Dios es coronado de gloria y de honor,
Quien de la cruz horrenda sufrió la maldición
Hoy centro en luz eterna, recibe adoración
S. E. McNair