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Cristianismo y política (Parte 1).

Antes que todo, me gustaría aclarar que mi intención es ver que es lo que la Palabra de Dios nos enseña acerca de este asunto. Al mismo tiempo, no busco atacar a aquellos que buscan, quizás con sinceridad, plasmar los principios morales del cristianismo por medio de una visión política. Pero, es necesario que todo sea puesto a prueba por la luz de la Palabra y, entonces, caminar a la luz de ella. Bien podemos aplicar, no sólo a los jóvenes sino a todos, las palabras del salmista: "¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra" (Salmo 119:9). Luego, entendidas estas cosas, somos obligados por ella a actuar en obediencia.

Quisiera proponer, para iniciar, algunas preguntas que nos pueden ser útiles para enfocar el tema en cuestión, preguntas que no pretendo responder inmediatamente, pero que nos harán meditar a medida que abrimos el espectro de pensamientos acerca de la política y que parte tiene el creyente en ella.

Las preguntas son:

¿Debe el cristiano involucrarse en política? ¿Debe votar un cristiano? ¿Es la voluntad de Dios que votemos «por el menos malo»? ¿Como cristianos nos podemos identificar con un color político?

Planteadas estas preguntas quisiera avanzar en lo que considero es la base del asunto y que es algo muy olvidado en medio nuestro, y no sólo en lo que respecta a las políticas de este mundo, sino también en todas nuestras relaciones en él. Me refiero al «llamamiento celestial».

¿Qué es el llamamiento celestial?

Primero que todo vayamos a la Palabra y busquemos en ella ésta expresión. La leemos en Hebreos 3:1: "Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús".

Por lo cual no estamos hablando de cosas inventadas por una persona, sino que hablamos de algo que la Palabra de Dios nos enseña. El escritor a los Hebreos, al utilizar la expresión "participantes" nos involucra de lleno en este llamamiento, no es algo que debemos alcanzar o por lo que debemos trabajar, es algo de lo que ya participamos. Añadimos acá, que como todas las cosas en la vida cristiana, esta «participación» no es por obras, sino sólo por gracia: "(Dios) quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús" (2 Timoteo 1:9). Y, es nuestra responsabilidad (como todo en la vida cristiana) el caminar en conformidad con nuestra posición.

Es bueno añadir que si existe un llamamiento celestial, también existe uno terrenal. Pero como cristianos no somos llamados de esa manera. Ese llamamiento es el de Israel, que fue llamado a heredar una posesión terrenal, con esperanzas terrenales y bendiciones terrenales. En cambio, el cristiano ha sido bendecido "con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo" (Efesios 1:3), tiene una esperanza "guardada en los cielos" (Colosenses 1:5) y "una mejor y perdurable herencia en los cielos" (He. 10:34).

Volviendo al punto anterior, remarcamos que es un deber cristiano el caminar en conformidad con nuestra posición: "Yo (dice Pablo), pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados" (Efesios 4:1). Esta vocación celestial es un llamado a la separación, y, una vez más, es algo que ya poseemos posicionalmente: "Nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo (mundo) malo" (Gálatas 1:3-4); pero como todo en la vida cristiana (repetimos), debe ser algo vivido en conformidad a nuestra elevada posición. Es decir, hemos sido separados de este "presente mundo malo" y hemos sido puestos "en los lugares celestiales en Cristo" y nuestra responsabilidad es vivir aquello que somos.

En pocas palabras, eso es la vocación celestial, un llamado a la separación del mundo para vivir en los lugares celestiales. Ejemplificamos esto, sólo una vez más, con el carácter de la batalla cristiana (y aquí nos acercamos a nuestro punto). La Epístola a los Efesios nos dice que "no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo (mundo), contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (6:12) y una vez más en 2 Corintios: "Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (10:3-5). Habiendo citado estos dos pasajes, queda claro que nuestras batallas no se libran sobre la tierra, sino en las regiones celestes, contra las huestes espirituales de maldad, pues no tenemos lucha contra sangre y carne, y las armas utilizadas tampoco son carnales, sino espirituales.

Los tiempos modernos, crisis moral, etc...

Todos estaremos de acuerdo en decir que los tiempos que vivimos son peligrosos, que Satanás sabe que le queda poco tiempo y está arrastrando a la mayor cantidad de gente a este mundo, los gobiernos de este mundo aprueban leyes en contra de la moral y lo instituido por Dios, y eso no nos puede dejar indiferentes. ¿Cómo seremos indiferentes a tal inmoralidad? Nuestra respuesta es esta: Más que nunca debemos vivir en separación; más que nunca debemos orar por las autoridades (1 Timoteo 2:1-2). "La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de luz. Andemos como de día...no en contiendas...sino vestíos del Señor Jesucristo" (Romanos 13:12-14); más que nunca debemos luchar, si luchar, pero no carnalmente, sino espiritualmente, en oración, vistiéndonos las armas de luz y tomando "toda la armadura de Dios" (Efesios 6); más que nunca debemos evitar el asociarnos con este mundo, cualquiera pueda ser su apariencia: religiosa, moral, ética, política, etc...

Querido amigo, la política está estrechamente vinculada con el mundo del cual hemos sido librados por el sacrificio de Cristo. El líder político de este mundo es Satanás, pues es llamado "el príncipe (ἄρχων * ) de este mundo" (Jn. 12:31; 14:30; 16:11). Si tu intención es hacerte participes de "las obras de las tinieblas" por medio de darle tu voto a un líder "moral", o, por otro lado, "social", ten bien en claro que estás socavando el mismo cimiento de tu llamamiento celestial, el cual, por la gracia de Dios, permanece inconmovible en cuanto a tú posición, pero tambalea para deshonra de Dios en tu caminar.

No somos de este mundo

Hemos dicho anteriormente que nuestra herencia, nuestra esperanza y nuestras bendiciones son celestiales. Pero alguien citará Juan 17: "No ruego que los quites del mundo" (v. 15), y argüirá con esto que somos dejados en este mundo y no podemos evitar que las políticas nos involucren de una u otra forma. A lo cual citaremos el mismo capítulo: "No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo" (v. 14, 16) y "como tu (el Padre) me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo" (v. 18). ¡No somos de este mundo! ¿De dónde somos entonces? "Nuestra ciudadanía está en los cielos" (Filipenses 3:20) ¿Por qué, entonces, buscaríamos «ser de este mundo» en la política? ¡¿Qué?! ¿Somos "enviados"? ¿De que manera? "como tu me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo". Somos llamados a andar como Cristo anduvo. ¿Buscó Cristo cambiar el orden político de sus días? El acusó y censuró a los líderes religiosos y políticos de aquel tiempo... Pero no buscó cambiar las cosas ni involucrarse en las sucias políticas del mundo. De hecho, Él fue crucificado por el poder político (Romanos) y el poder religioso (Judíos) de aquellos días. Y, digámoslo así, el liderazgo político sigue siendo el mismo desde aquellos días (es menester para entender esto el comprender la profecía de Daniel, capítulo 2).

Añadimos: "Pilato (responsable político) le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdote, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? Respondió Jesús: "Mi reino no es de este mundo, si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí" (Juan 18:35-36). ¡Si los siervos del Señor no pelearon para que Él no fuera entregado, cuánto menos deberían, sus siervos hoy en día, involucrarse en cuestiones mucho más insignificantes que tal gigantesco acto de injusticia! Sin embargo, vemos a muchos de entre el pueblo de Dios que levantan banderas para defender sus posiciones e inclusive sus candidatos políticos. Vemos a «grupos cristianos» cuadrarse con un candidato en particular por sus políticas «cristianas» y a otros levantar bandera por la oposición, argumentando lo inmoral y poco carácter social del candidato opositor. ¿Existe algo más vergonzoso que esto: hermanos en Cristo enfrentados por las sucias políticas de este mundo? A esto resuenan las palabras de nuestro Señor (enfrentando el juicio más injusto en la historia de la humanidad): "Mi reino no es de este mundo, si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían...pero mi reino no es de aquí".

¡Ay hermanos míos! Nuestro llamamiento es celestial, busquemos "las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios" y pongamos "la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra", pues hemos muerto al mundo y nuestra vida "está escondida con Cristo en Dios" (Colosenses 3:1-3). Si estuviésemos más ocupados con lo que es celestial, con lo que corresponde a nuestra patria celestial, ¡cuán poco nos importarían las políticas de este mundo, cuán apartados estaríamos de sus suciedades e inmoralidades! Hermanos, "no seáis, pues, partícipes con ellos" (Efesios 5:7)

Dicho esto último (de forma muy breve, pues es un tema extenso), ¿es lícito que busquemos participar en luchas carnales tales como las votaciones electorales para que así gane «nuestro candidato»? Dejo la pregunta planteada, para la meditación de quienes leen estas líneas. Y esto es sólo a la luz de lo que nuestro llamamiento celestial es. Existen muchas más cosas en la Palabra acerca de este tema y procuraremos indagar la mayor cantidad de ellas en publicaciones posteriores.

Qué estemos más ocupados con Él y con las cosas de arriba, para que para Él sea toda la gloria.

*ἄρχων (arcon): apropiadamente, un gobernante preeminente (jefe); un comandante con autoridad (influencia) sobre personas en una jurisdicción en particular. Fuente: http://biblehub.com/greek/758.htm

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